Ayer estuve todo el día taciturno, reflexivo, tanto como
para no querer escribir, en el trabajo pensaron que algo me ocurría, mi
compañeros de piso se desvivieron por alagarme y fui incapaz de expresar
emoción alguna, no sonreí con el pastel en la noche y al soplar las velas, cerré
los ojos, pensando solamente en que me merecía no sentirme así por lo que quería
un nuevo teléfono, y así liberarme de tener nuevamente esta sensación de
abandono y desesperanza, me acosté a dormir pronto, cerré los ojos fingiendo
descansar cuando escuche a mi pareja comentar con voz entre dientes es que está
molesto por cumplir años, seguro es una crisis, así ocurrió cuando cumplió 30,
no se preocupen ya se le pasara, no pude más que llorar por tener tan bella
persona a mi lado y por ser tan canalla que está preocupado por no haber podido
recibir ciento de felicitaciones hipócritas de gente a miles de kilómetros, y
no saber apreciar los brazos sinceros de quien dormía a mi lado todas las
noches por cansado que estuviéramos o enfadados, estaba irritado por no poder
presumir amigos a mis amigos irreales y no disfrute de un gran momento de compañía,
en verdad que el no tener teléfono fue una gran bendición porque me permitió
ver todo lo que no estaba viendo por tener la vista en la pantalla, esa noche
supe que mi deseo se haría realidad.
martes, 6 de noviembre de 2018
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