04 Febrero 2015M. Frias Vargas
* Existen multitud de mitos o presunciones que no han sido demostradas en relación con la obesidad.
* No se ha demostrado que el picoteo esté ligado a ganar peso, ni que los paseos lo disminuyan.
Algunas falsas creencias no avaladas científicamente circulan por
la bibliografía médica y en el ambiente popular en relación con la
obesidad. Los autores del presente artículo comentan los mitos, las
presunciones y las realidades de la obesidad, pandemia del siglo XXI.
Muchas de las creencias acerca de la obesidad persisten en ausencia de
pruebas científicas (presunciones), algunas persisten a pesar de
contradecir la evidencia científica (mitos) y otras son realidades que
vivimos en nuestra práctica clínica habitual.
Los autores apuntan como «mitos» diversas afirmaciones no contrastadas: unos pequeños cambios en el consumo de energía o ingesta producen grandes cambios en el peso corporal con el tiempo. Según los autores, si ponemos un ejemplo, observamos que las ciencias matemáticas no siempre son exactas: si una dieta de 3.500 kcal incrementa el gasto energético en 100 kcal diarias (1,6 km caminando diariamente), se deberían perder 22,7 kg en 5 años; sin embargo, la pérdida real sería de 4,5 kg. Las variaciones individuales en relación con la energía y los incrementos en la ingesta por pérdida de masa corporal influyen en cada individuo.
Los autores apuntan como «mitos» diversas afirmaciones no contrastadas: unos pequeños cambios en el consumo de energía o ingesta producen grandes cambios en el peso corporal con el tiempo. Según los autores, si ponemos un ejemplo, observamos que las ciencias matemáticas no siempre son exactas: si una dieta de 3.500 kcal incrementa el gasto energético en 100 kcal diarias (1,6 km caminando diariamente), se deberían perder 22,7 kg en 5 años; sin embargo, la pérdida real sería de 4,5 kg. Las variaciones individuales en relación con la energía y los incrementos en la ingesta por pérdida de masa corporal influyen en cada individuo.
Poner metas realistas en la pérdida de peso es importante, ya que, en caso contrario, podría generar frustración y se perdería peso en menor proporción. No existen, según los autores, datos que indiquen una asociación entre objetivos ambiciosos y pérdida de peso. Una pérdida de peso importante y rápida se asocia a una pérdida de peso menor a largo plazo, en comparación con una pérdida de peso gradual. Según describen los autores, al compararse en diferentes estudios ambos tipos de dietas se demuestra que el resultado final suele ser parecido. Es importante evaluar los cambios en la dieta para ayudar al paciente a perder peso, y los autores de este estudio comentan que la disposición o la adherencia al tratamiento no predicen la pérdida de peso.
La educación física (reglada y habitual) desempeña un papel importante en la reducción o la prevención de la obesidad infantil, aunque, según los autores, esto no se ha comprobado tras la realización de algunos metaanálisis.
La lactancia materna protege frente a la obesidad infantil, aunque, según los autores, en los ensayos publicados hay sesgos y factores confusionales al respecto. La práctica ayuda a fomentar el enlace madre-hijo.
La actividad sexual ayuda a quemar entre 100 y 300 kcal en cada participante, aunque los autores determinan que si calculamos la duración media, estimada en 6-19 minutos, el gasto real en esta actividad sería de 21 kcal.
En cuanto a determinadas «presunciones», como la de que realizar un desayuno regular (en vez de saltárselo) protege contra la obesidad, los autores refieren que en los metaanálisis publicados esto no se ha probado, aunque el hábito de desayunar influya en el peso.
Según los autores, tampoco se ha demostrado que la enseñanza de buenos hábitos dietéticos y de ejercicio en la infancia pueda influir en el peso del adulto.
Otras presunciones que tampoco han sido demostradas hacen referencia al hecho de adelgazar o no engordar comiendo fruta o vegetales, al peso cíclico o la dieta yo-yo en relación con el aumento de la mortalidad, al hecho de generar peso con el picoteo, y a la influencia del paseo en la menor incidencia de la obesidad.
Los autores concluyen que la «realidad» es que, hoy en día, en el siglo XXI, la obesidad representa una pandemia en los países desarrollados y en vías de desarrollo, que de momento no podemos disminuir. Desde las distintas administraciones públicas y, sobre todo, en las familias, se deben iniciar los cambios más importantes en este sentido.
Casazza K, Fontaine KR, Astrup A, et tal. Myts, presumptions, and facts about obesity. N Engl J Med. 2013; 368: 445-454 [doi: 10.1056/NEJMsa1208051].