miércoles, 28 de diciembre de 2016

Vamos juntos - Poemas de Mario Benedetti


 
Con tu puedo y con mi quiero   
vamos juntos compañero
    
compañero te desvela   
la misma suerte que a mí  
prometiste y prometí   
encender esta candela  
  
con tu puedo y con mi quiero   
vamos juntos compañero 
   
la muerte mata y escucha   
la vida viene después   
la unidad que sirve es   
la que nos une en la lucha  
  
con tu puedo y con mi quiero   
vamos juntos compañero    

la historia tañe sonora   
su lección como campana   
para gozar el mañana   
hay que pelear el ahora   

con tu puedo y con mi quiero   
vamos juntos compañero   

ya no somos inocentes   
ni en la mala ni en la buena   
cada cual en su faena   
porque en esto no hay suplentes   

con tu puedo y con mi quiero   
vamos juntos compañero    

algunos cantan victoria   
porque el pueblo paga vidas   
pero esas muertes queridas   
van escribiendo la historia    

con tu puedo y con mi quiero   
vamos juntos compañero.


miércoles, 21 de diciembre de 2016

Corazón Coraza - Mario Benedetti



Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes donde quiera
pero existes mejor donde te quiero.

porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
 la noche pase y yo te tenga
y no.

Arte poética - Mario Benedetti



Que golpee y golpee
hasta que nadie
pueda ya hacerse el sordo
que golpee y golpee
hasta que el poeta
sepa
o por lo menos crea
que es a él
a quien llaman.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Mejor te invento - Mario Benedetti






Estás alicaído, estás dudando,
no te alcanzan las pruebas ni las preces,
cada Dónde te ofusca, y cada Cuándo

Recorres el confort, las estrecheces
que quedaron atrás y es razonable
que reclames la vida que mereces,

las ventanas en paz, el techo estable.
Pero yo, te confieso, prefería
(¿cómo querés hermano, que te hable?)

cuando tu vieja angustia estaba al día
con la amgustia del mundo, cuando todos
éramos parte en tu melancolía.

Sé qué polvos trajeron estos lodos
pero saberlo no es la mejor suerte.
Invetaré quién sos. De todos modos,

inventarte es mi forma de creerte.


miércoles, 7 de diciembre de 2016

Todavía - Mario Bennedetti




No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría

palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo
tus manos y sin embargo
todavía no lo creo

tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto

nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa

sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía

pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro

y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido

y si beso la osadía
y el misterio de tus labios
no habrá dudas ni resabios
te querré más
todavía.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Hasta mañana - Mario Benedetti


Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja
para la muerte que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño

que a Dios invoco, pero no le pido
nada, con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido
 
por las malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?

Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.

No me lo digan cuando me despierte.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Hagamos un trato - Mario Benedetti



Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo   

si alguna vez   advierte
que la miro a los ojos  
y una veta de amor  
reconoce en los míos  
no alerte sus fusiles  
ni piense qué delirio  
a pesar de la veta 
o tal vez porque existe  
usted puede contar  
conmigo   

si otras veces  
me encuentra  
huraño sin motivo  
no piense qué flojera  
igual puede contar  
conmigo   

pero hagamos un trato  
yo quisiera contar  
con usted   

es tan lindo  
saber que usted existe  
uno se siente vivo  
y cuando digo esto  
quiero decir contar  
aunque sea hasta dos  
aunque sea hasta cinco  
no ya para que acuda   
presurosa en mi auxilio  
sino para saber  
a ciencia cierta  
que usted sabe que puede  
contar conmigo.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Táctica y estrategia - Mario Benedetti


Mi táctica es
mirarte
aprender como
quererte como sos 
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple

mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

El sexo de los ángeles - Mario Benedetti




Una de las más lamentables carencias de información que han padecido los hombres y mujeres de todas las épocas, se relaciona con el sexo de los ángeles. El dato, nunca confirmado, de que los ángeles no hacen el amor, quizá signifique que no lo hacen de la misma manera que los mortales.  

Otra versión, tampoco confirmada pero más verosímil, sugiere que si bien los ángeles no hacen el amor con sus cuerpos (por la mera razón de que carecen de los mismos) lo celebran en cambio con palabras, vale decir con las adecuadas.  

Así, cada vez que Ángel y Ángela se encuentran en el cruce de dos transparencias, empiezan por mirarse, seducirse y tentarse mediante el intercambio de miradas que, por supuesto, son angelicales.  

Y si Ángel, para abrir el fuego, dice: “Semilla”, Ángela, para atizarlo, responde: “Surco”. El dice: “Alud” y ella, tiernamente: “Abismo”.  

Las palabras se cruzan, vertiginosas como meteoritos o acariciantes como copos.  

Ángel dice: “Madero”. Y Ángela: “Caverna”.  

Aletean por ahí un Ángel de la Guarda, misógino y silente, y un Ángel de la Muerte, viudo y tenebroso. Pero el par amatorio no se interrumpe, sigue silabeando su amor. 

 Él dice: “Manantial”. Y ella: “Cuenca”.  

Las sílabas se impregnan de rocío y, aquí y allá, entre cristales de nieve, circulan el aire y su expectativa.  

Ángel dice: “Estoque”, y Ángela, radiante: “Herida”. El dice: “Tañido”, y ella: “Rebato”.  

Y en el preciso instante del orgasmo ultraterreno, los cirros y los cúmulos, los estratos y nimbos, se estremecen, tremolan, estallan, y el amor de los ángeles llueve copiosamente sobre el mundo. 



miércoles, 2 de noviembre de 2016

Mis Ojos Dicen

 

De repente te ves al espejo y ves en tus ojos que ha pasado por ti algo de vida. Cosas que hiciste. Cosas que viviste, y no te reconoces en tu pasado. No encuentras tu nombre en tu propia historia. No fuiste lo que eres.

Entonces piensas en huir. Entonces piensas que es más sencillo vivir la vida a campo traviesa. Te das cuenta que has buscado refugio en un lugar donde estás a merced de las armas del enemigo. Que lo que pase de aquí en adelante dependerá de todo menos de ti.

A veces uno quiere escoger otras pieles. Porque cuando estás solo es más sencillo mirarte al espejo y mentirte. Decirte que podrías ser otro aliento. Uno menos cansando. Uno más ligero. Una arruga menos. Un camino más sencillo. Una tarde más tranquila. Un sol más benevolente. Una tarde gris menos fría. Un invierno más cálido. Una lluvia que refresque y no un aguacero que ahogue. No un trueno ensordecedor. Pero del pasado ya no puedes huir. El pasado es tu cadena. Tu cadena más pesada y por más que quieras ser libre, nunca lo serás. El pasado es tu condena. Una condena de la que no existe absolución.

¿A dónde se va el deseo? Cuando la noche es negra. Cuando todo calla. Cuando hay un silencio que te grita, que te atormenta, que te ruega que escuches. Que te grita qué quieres. Que lo tienes que querer. Que prometiste. Que juraste. Que es tu destino.
Pero tu vida te muestra un camino donde lo que quieres no cabe. Y entonces esas promesas irán a vagar al lugar de tu alma donde no eres nadie. Y entonces tus ojos te dirán que la única salida es darle paso a la más dulce tristeza.

PD: No es de mi autoria, copiado de Ayúdame Freud

Pausa - Mario Benedetti


De vez en cuando hay que hacer
una pausa


contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana

examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa

y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.

lunes, 31 de octubre de 2016

Detente, sombra de mi bien esquivo - Sor Juana Inés de la Cruz



Detente, sombra de mi bien esquivo
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo 
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía; 
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía. 

 
 

lunes, 24 de octubre de 2016

Ya toda me entregué y di - Santa Teresa de Ávila


Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado. 
 
Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó herida,
en los brazos del amor
mi alma quedó rendida;
y, cobrando nueva vida,
de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado. 
 
Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado. 
 

lunes, 17 de octubre de 2016

Borrar el sueño - Mario Benedetti




Le temo al sueño
que me da en torbellino la certeza,
el cáliz donde urdo lo imposible
y corro, me deslizo, salto, vuelo
en pos de lo que apenas se vislumbra...

Quiero borrar el sueño
en que obtengo la gracia insuficiente,
la transparencia inútil o bastarda,
el veto a cualquier duda,
el azar amarrado.

Le temo al sueño
como al albatros que no he visto,
al sol que no caldea,
a la lluvia que enconge los recelos,
al goce que no cesa.

Quiero borrar el sueño
que descorteza el estupor y el pino
que a mi pesar, confirma al que no soy,
que ama cuerpos que no son presagios
... y se entrega rehén cuando amanece.


lunes, 10 de octubre de 2016

Y sin embargo, amor - Roque Dalton




Y sin embargo, amor, a través de las lágrimas,
yo sabía que al fin iba a quedarme
desnudo en la ribera de la risa.

Aquí,
hoy,
digo:
siempre recordaré tu desnudez en mis manos,
tu olor a disfrutada madera de sándalo
clavada junto al sol de la mañana;
tu risa de muchacha,
o de arroyo,
o de pájaro;
tus manos largas y amantes
como un lirio traidor a sus antiguos colores;
tu voz,
tus ojos,
lo de abarcable en ti que entre mis pasos
pensaba sostener con las palabras.

Pero ya no habrá tiempo de llorar.

Ha terminado
la hora de la ceniza para mi corazón.

Hace frío sin ti,
pero se vive.

lunes, 3 de octubre de 2016

Bienvenida - Mario Benedetti


 
Se me ocurre que vas a llegar distinta  
no exactamente más linda 
ni más fuerte 
ni más dócil 
ni más cauta 
tan solo que vas a llegar distinta 
como si esta temporada de no verme 
te hubiera sorprendido a vos también 
quizá porque sabes 
cómo te pienso y te enumero  
después de todo la nostalgia existe 
aunque no lloremos en los andenes fantasmales 
ni sobre las almohadas de candor 
ni bajo el cielo opaco  

yo nostalgio
tu nostalgias 
y cómo me revienta que él nostalgie  

tu rostro es la vanguardia 
tal vez llega primero 
porque lo pinto en las paredes 
con trazos invisibles y seguros  

no olvides que tu rostro 
me mira como pueblo 
sonríe y rabia y canta 
como pueblo 
y eso te da una lumbre 
inapagable 
ahora no tengo dudas 
vas a llegar distinta y con señales 
con nuevas 
con hondura 
con franqueza  

sé que voy a quererte sin preguntas 
sé que vas a quererme sin respuestas.


 

lunes, 26 de septiembre de 2016

La Agonia - Sully Prudhomme




Los que asistáis en mi agonia, no me digas nada. Hacedme escuchar una armonía cualquiera y moriré a gusto.

La música calma, encanta y nos desliga de las cosas de este mundo. Meced mi dolor, os suplico, pero no le habléis.

Estoy cansado de palabras, harto de escuchar lo que puede ser mentira. Prefiero los sonidos que no hay que comprender, que basta con sentirlos,

una melodía en que pueda sumirse el alma, y que me haga pasar sin esfuerzo del delirio al sueño y del sueño a la muerte.

Los que me asistáis en mi agonía,   No me digáis nada. Un poco de armonía me hará mucho bien y me servirá de alivio.

Iréis a buscar a mi pobre nodriza, que es hoy pastora de un rebaño, y le diréis que al borde de la tumba he tenido el capricho

de oír cantar, muy quedo, de su boca, una canción de antaño, monótona y sencilla, un aire conmovedor y suave que apenas necesita voz.

La encontraéis. La gente de las chozas vive mucho tiempo. Yo, en cambio, soy dueño de un mundo en el que rara vez se vive varias veces veinte años.

Nos dejaréis a los dos juntos, y nuestros corazones se unirán. Me cantara con voz temblorosa... y con su mano puesta en mi frente.

Entonces tal vez sea ella la única que siga queriéndome. Yo volveré a mi niñez, mecido por si canción de abuela hacia mis días primeros, 

para no sentir en mi última hora que se parte el corazón, para no tener que pensar, para que el hombre muera cómo nació el niño.

Los que me ayudéis en mi agonía, no me digáis nada. Hacedme escuchar una armonía cualquiera y moriré a gusto... 



lunes, 19 de septiembre de 2016

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos - Cesare Pavese



Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, amada esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo. 
 

lunes, 12 de septiembre de 2016

Idilio - Federico García Lorca


 

Tú querías que yo te dijera
el secreto de la primavera.

Y yo soy para el secreto
lo mismo que es el abeto.

Árbol cuyos mil deditos
señalan mil caminitos.

Nunca te diré, amor mío,
por qué corre lento el río.

Pero pondré en mi voz estancada
el cielo ceniza de tu mirada.

¡Dame vueltas, morenita!
Ten cuidado con mis hojitas.

Dame más vueltas alrededor,
jugando a la noria del amor.

¡Ay! No puedo decirte, aunque quisiera,
el secreto de la primavera.

 
 

lunes, 5 de septiembre de 2016

Las cadenas - Sully Prudhomme



   
Deseé amarlo todo y ahora soy desgraciado,
porque he multiplicado las causas de mis penas.
Innumerables lazos sutiles y dolorosos
unen mi alma a las cosas en todo el universo.

Todo me atrae al mismo tiempo
y con igual atractivo: lo cierto, por sus resplandores,
y lo desconocido por sus velos.
Un estremecido trazo de oro une mi corazón al sol,
y largos hilos de seda lo enlazan con las estrellas.

La armonía me encadena al aire melodioso,
la suavidad del terciopelo a las rosas que acaricio.
He hecho de una sonrisa cadena de mis ojos,
y de un beso cadena de mi boca.

Mi vida pende de esos frágiles lazos,
y estoy cautivo de los mil seres que amo.
A la menor sacudida que un soplo les imprime,
siento que se desgarra algo de mí mismo.



lunes, 29 de agosto de 2016

Píntame angelitos negros - Andrés Eloy Blanco



 

¡Ah mundo! La Negra Juana,
¡la mano que le pasó!
Se le murió su negrito,
sí señor.
—Ay, compadrito del alma,
¡tan sano que estaba el negro!
Yo no le acataba el pliegue,
yo no le acataba el hueso;
como yo me enflaquecía,
lo medía con mi cuerpo,
se me iba poniendo flaco
como yo me iba poniendo.
Se me murió mi negrito;
Dios lo tendrá dispuesto;
ya lo tendrá colocao
como angelito del Cielo.
—Desengáñese, comadre,
que no hay angelitos negros.
Pintor de santos de alcoba,
pintor sin tierra en el pecho,
que cuando pintas tus santos
no te acuerdas de tu pueblo,
que cuando pintas tus Vírgenes
pintas angelitos bellos,
pero nunca te acordaste
de pintar un ángel negro.
Pintor nacido en mi tierra,
con el pincel extranjero,
pintor que sigues el rumbo
de tantos pintores viejos,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.
No hay pintor que pintara
angelitos de mi pueblo.
Yo quiero angelitos blancos
con angelitos morenos.
Ángel de buena familia
no basta para mi cielo.
Si queda un pintor de santos,
si queda un pintor de cielos,
que haga el cielo de mi tierra,
con los tonos de mi pueblo,
con su ángel de perla fina,
con su ángel de medio pelo,
con sus ángeles catires,
con sus ángeles morenos,
con sus angelitos blancos,
con sus angelitos indios,
con sus angelitos negros,
que vayan comiendo mango
por las barriadas del cielo.
Si al cielo voy algún día,
tengo que hallarte en el cielo,
angelitico del diablo,
serafín cucurusero.
Si sabes pintar tu tierra,
así has de pintar tu cielo,
con su sol que tuesta blancos,
con su sol que suda negros,
porque para eso lo tienes
calientito y de los buenos.
Aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.
No hay una iglesia de rumbo,
no hay una iglesia de pueblo,
donde hayan dejado entrar
al cuadro angelitos negros.
Y entonces, ¿adónde van,
angelitos de mi pueblo,
zamuritos de Guaribe,
torditos de Barlovento?
Pintor que pintas tu tierra,
si quieres pintar tu cielo,
cuando pintas angelitos
acuérdate de tu pueblo
y al lado del ángel rubio
y junto al ángel trigueño,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.



lunes, 22 de agosto de 2016

No Te Dentengas - Walt Whitman


Versión de: Leandro Wolfson

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...



lunes, 15 de agosto de 2016

Aullido - Allen Ginsberg


 
He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa, cabezas de ángel abrasadas por la antigua conexión celestial al dínamo estrellado de la maquinaria de la noche, quien es pobres y andrajosos y con ojos cavernosos y altos se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural de los departamentos con agua fría flotando a través de las alturas de las ciudades contemplando el jazz.

Quienes expusieron sus cerebros al Cielo, bajo Él y vieron ángeles mahometanos tambaleándose en los techos de apartamentos iluminados. 

Quienes pasaron por las universidades con ojos radiantes y frescos alucinando con Arkansas y la tragedia luminosa de Blake entre los estudiantes de la guerra.

Quienes fueron expulsados de las academias por locos por publicar odas obscenas en las ventanas del cráneo. 

Quienes se encogieron sin afeitar y en ropa interior, quemando su dinero en papeleras y escuchando el Terror a través de las paredes. 

Quienes se jodieron sus pelos púbicos al volver de Laredo con un cinturón de marihuana para New York.

Quienes comieron fuego en hoteles coloreados o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o purgaron sus torsos noche tras noche con sueños, con drogas, con pesadillas despiertas, alcohol y verga y bolas infinitas, ceguera incomparable; calles de nubes vibrantes y relámpagos en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todas las palabras inmóviles del Tiempo, sólidos peyotes de los vestíbulos, amaneceres en el cementerio del árbol verde, ebriedad del vino en los tejados, puestos municipales el neon estridente luces del tráfico parpadeantes, vibraciones del sol, la luna y los árboles en los bulliciosos crepúsculos de invierno de Brooklyn, estrepitosos tarros de basura y una regia clase de iluminación de la mente.

Quienes se encadenaron a sí mismos a los subterráneos para el viaje infinito desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de las ruedas y niños empujándolos hacia salidas exploradas estremecidas y desiertos golpeados de cerebros absolutamente secos de esplendor en la melancólica luz del Zoo. 

Quienes se hundieron toda la noche en la luz submarina de Bickford's emergidos y sentados junto a la añeja cerveza después del mediodía en el desolado Fugazzi's, escuchando el crujido del destino en la caja de música de hidrógeno. 

Quienes hablaron setenta horas seguidas desde el parque a la barra a Bellevue al museo al Puente de Brooklyn, batallón perdido de conversadores platónicos bajando de espaldas las escaleras de escape de los alfeizares del Empire State lejos de la luna, gritando incoherencias, vomitando susurrando hechos y recuerdos y anécdotas y patadas en la bola del ojo y traumas de hospitales y cárceles y guerras, intelectos enteros disgregados en amnesia por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la Sinagoga arrojada al pavimento. 

Quienes se desvanecieron en ninguna parte de Zen New Jersey dejando un reguero de ambiguas postales ilustradas de Atlantic City Hall, sufriendo sudores orientales y artritis Tangerianas y jaquecas de China bajo la basura en las salas sin muebles de Newark. 

Quienes dieron vueltas y vueltas en la medianoche por el patio de trenes preguntándose adónde ir, y fueron, sin dejar corazones rotos. 

Quienes prendieron cigarrillos en vagones traqueteando por la nieve hacia granjas solitarias en la noche del abuelo. 

Quienes estudiaron a Plotino, Poe, San Juan de La Cruz, telepatía y cábala debido a que el cosmos instintivamente vibraba en sus pies en Kansas. 

Quienes solos por las calles de Idaho buscaban ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios. 

Quienes pensaban que sólo estaban locos cuando Baltimore destellaba en éxtasis sobrenatural. 

Quienes saltaron a limusinas con el Chinaman de Oklahoma impulsados por la lluvia de los pequeños pueblos a la luz callejera de la medianoche del invierno. 

Quienes haraganeaban hambrientos y solos por Houston buscando jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante español para conversar sobre América y la eternidad, una tarea sin esperanza, y tomaron un barco para África 

Quienes desaparecieron en los volcanes de México dejando tras suyo nada excepto la sombra del estiércol y la lava y la ceniza de la poesía quemada en Chicago. 

Quienes reaparecieron en la Costa Oeste investigando el F.B.I. en barbas y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas atractivos en su oscura piel entregando incomprensibles folletos. 

Quienes se quemaron sus brazos con cigarros encendidos protestando contra la bruma narcótica del tabaco del Capitalismo. 

Quienes distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desvistiéndose mientras las sirenas de Los Alamos los deprimían, y se deprimía Wall, y el ferry de Staten Islan también se deprimía. 

Quienes rompieron a llorar en blancos gimnasios desnudos y temblorosos frente a la maquinaria de otros esqueletos. 

Quienes mordieron detectives en el cuello y chillaron con placer en autos policiales por no cometer un crimen salvo su propia pederastia salvaje y su intoxicación. 

Quienes aullaron de rodillas en el metro y fueron arrastrados por el techo ondeando sus genitales y manuscritos. 

Quienes permitieron ser penetrados por el ano por virtuosos motociclistas, y gritaron con alegría. 

Quienes chuparon y fueron chupados por aquellos serafines humanos, los marineros, caricias del amor Atlántico y Caribeño. 

Quienes eyacularon en la mañana en la tarde en jardines de rosas y en el pasto de parques públicos y cementerios esparciendo su semen libremente a quienquiera que llegara. 

Quienes hiparon sin cesar tratando de reír pero se torcían de llanto detrás de un cubículo de un Baño Turco cuando el ángel rubio y desnudo venía a atravesarlos con una espada. 

Quienes perdieron a sus amantes por las tres viejas musarañas del destino, la musaraña tuerta del dólar heterosexual, la musaraña tuerta que hace guiños fuera del útero y la musaraña tuerta que no hace nada sino sentarse en su trasero y corta las hebras doradas intelectuales del vislumbre del artesano. 

Quienes copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza, un novio, un paquete de cigarrillos, una vela y se cayeron de la cama, y continuaron en el suelo y por los pasillos y terminaron desmayándose en la pared con una visión del último coño y llegaron a eludir el último atisbo de conciencia. 

Quienes endulzaron las conchitas de un millón de chicas temblorosas en el ocaso, y tenían los ojos rojos en la mañana pero preparados para endulzar las conchitas del sol naciente, destellantes traseros bajo los establos y desnudos en el lago.

Quienes iban a putas en Colorado por miríadas en autos robados, N.C., héroe secreto de estos poemas, semental y Adonis del alegre Denver a la memoria de sus innumerables encamadas con chicas en lotes vacíos, patios de bares, hileras de desvencijadas casas rodantes en la cima de montañas, en cavernas o con demacradas meseras en familiares subidas de enaguas al lado del camino y especialmente la secreta estación de gasolina solipsismos de Juan, y callejones pueblerinos también 

Quienes se desvanecieron en vastas películas sórdidas, se transformaron en sueños, despertaron en un repentino Manhattan, y se encontraron a sí mismos fuera de los sótanos colgados sobre descorazonados Tokay y los horrores de los sueños de hierro de la Tercera Avenida y tropezaron con las oficinas de desempleo. 

Quienes caminaron toda la noche con sus zapatos llenos de sangre en los muelles esperando una puerta en East River para entrar a un cuarto lleno de vapor caliente y opio. 

Quienes crearon grandes dramas suicidas en el apartamento de los acantilados del Hudson bajo el rayo azul de la luna de tiempo de guerra y sus cabezas eran coronadas con el laurel del olvido. 

Quienes comieron la cazuela de cordero de la imaginación o digirieron cangrejos en el fondo lodoso de los ríos de Bowery.

Quienes lloraron por el romance de las calles con sus carritos llenos de cebollas y mala música. 

Quienes se sentaron en cajas respirando en la oscuridad bajo el puente, y se levantaron para constru ir arpas en sus desvanes. 

Quienes tosían en el sexto piso del populoso Harlem con llamas bajo el cielo tuberculoso rodeados por las jaulas naranjas de la teología. 

Quienes garrapatearon toda la noche golpeando y rodando sobre elevadas incantaciones que en las amarillas mañanas eran estrofas de jerigonza. 

Quienes cocinaron animales podridos pulmones, corazón, pata, cola borsht y tortilla soñando con el puro reino vegetal. 

Quienes se zambulleron en camiones de carne buscando un huevo. 

Quienes tiraron sus relojes del tejado para dar su voto a la eternidad fuera del Tiempo y despertadores cayeron sobre sus cabezas todos los días por la siguiente década.

Quienes se cortaron las muñecas tres veces seguidas sin éxito, se rindieron y fueron forzados a abrir anticuarios donde pensaban que se ponían viejos y gritaban.

Quienes fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela en Madison Avenue entre ráfagas de versos plomizos y el parloteo borracho de los regimientos de acero de la moda y los chillidos de nitroglicerina de las agencias de publicidad y el gas mostaza de los editores siniestramente inteligentes, o cayeron por los taxis ebrios de la Absoluta Realidad. 

Quienes saltaron del Puente de Brooklyn esto realmente sucedió y quedaron desconocidos y olvidados en el aturdimiento fantasmal de los callejones de sopa y camiones de incendio de Chinatown, ni siquiera una cerveza gratis. 

Quienes cantaron por sus ventanas de desesperación, cayeron de la ventana del metro, saltaron en el sucio Passaic, brincaron en negros, gritaron por toda la calle, bailaron descalzos en trozos de copas de vino rotas grabaciones de fonógrafos de la nostalgia Europea jazz alemán de 1930 terminaron el whisky y se lanzaron gemebundos en baños sangrientos, gemidos en sus oídos y la ráfaga colosal del silbido del vapor.

Quienes rodaron por las carreteras del viaje al pasado para cada uno el látigo del Gólgota reloj de la soledad de la cárcel o encarnación del jazz de Birmingham. 

Quienes condujeron una visión para encontrar la eternidad. 

Quienes viajaron a Denver. 

Quienes murieron en Denver. 

Quienes volvieron a Denver y esperaron en vano. 

Quienes aguardaron en Denver y empollaron solos en Denver y finalmente se fueron para encontrar el Tiempo, y Denver es solitario para sus heroínas. 

Quienes cayeron de rodillas en catedrales sin esperanza rezando por la salvación de cada uno y la luz y los pechos, hasta que el alma iluminara su cabello por un segundo. 

Quienes chocaron con sus mentes en la cárcel esperando criminales imposibles con cabezas doradas y el encanto de la realidad en sus corazones que cantaban dulces blues a Alcatraz. 

Quienes se retiraron a México para cultivar un hábito, o a Rocky Mount para ofrecer Buddha o Tánger a los muchachos al Southern Pacific a la locomotora negra o a Harvard a Narciso a Woodland para la sepultura o daisychain. 

Quienes exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo y fueron dejados con su locura y sus manos y un jurado colgado. 

Quienes arrojaron papas saladas a los conferencistas de Dadaísmo en CCNY y subsecuentemente se presentaron ellos mismos en las baldosas de granito del manicomio con cabezas rapadas y un discurso arlequinesco de suicidio, demandando una lobotomía instantánea, y quienes a su vez se entregaron a la nulidad concreta de la insulina, Metrazol, electricidad, hidroterapia, psicoterapia, terapia ocupacional, ping pong y amnesia. 

Quienes en protesta seria dieron vuelta sólo una simbólica mesa de ping pong, descansando brevemente en catatonia, volviendo años después verdaderamente calvos excepto por una peluca de sangre, y lágrimas y dedos, a la visible fatalidad del hombre loco de los pupilos de los pueblos locos del Este, salas fétidas de Pilgrim State's Rockland's y Greystone discutiendo con los ecos del alma, pegando y rodando en la soledad-banca-dolmen-reinos del amor de medianoche, sueños de vida en una pesadilla cuerpos convertidos en roca tan pesados como la luna, con la madre finalmente, y el último libro fantástico arrojado por las ventanas del departamento, y la última puerta cerrada a las 4 A.M. y el último teléfono pegado a la pared sonando y la última pieza amueblada, un papel rosa amarillo torcido en un colgador de alambre en el closet, e incluso eso imaginario, nada sino un poco de esperanzadora alucinación ah, Carl, mientras no estés seguro yo no estoy seguro, y ahora tú estás realmente en la sopa animal total del tiempo y quienes por lo tanto corrieron a través de las calles congeladas obsesiona dos con un repentino destello de la alquimia del uso de la elipse el catálogo el metro y el plano vibrante. 

Quienes soñaron y encarnaron brechas en el Tiempo y Espacio a través de imágenes yuxtapuestas, y atraparon al arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y establecieron el nombre y rasgos de la conciencia al mismo tiempo saltando con sensación de Pater Omnipotens Aeterna Deus para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y ponerse frente a ti estupefacto e inteligente y sacudirse con vergüenza, rechazando incluso revelar el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda y eterna cabeza, el vagabundo loco y el golpe del ángel del Tiempo, desconocido, incluso poniendo aquí lo que podría dejar de ser dicho en tiempo de volver después de la muerte, y surgieron reencarnados en los trajes fantasmales del jazz en la sombra del corno dorado de la banda y exhalar el sufrimiento de la mente desnuda de América para amar en un eli eli lamma lamma sabacthani saxofón que llora estremeciendo las ciudades bajo la última radio con el corazón absoluto del poema de la vida descarnada de sus propios cuerpos buenos para comer mil años.