¿Se han sentido alguna vez solos? No me refiero a faltos de compañía afectiva. Me refiero a solos ante un enfermo. Me refiero a esa sensación de vacio y silencio en el momento en el que tienen que tomar una decisión vital y ya no valen las guías ni las sesiones clínicas ni las opiniones de sus compañeros más expertos. Es la soledad de un individuo que tiene que tomar una decisión sobre la vida de otro en cuestión de segundos cuando pasa lo que nunca debería haber pasado.
“Meto una pinza detrás del páncreas, lo despego de la porta. F..K! ¡He roto algo!.Todo se llena de líquido rojo. Intento apretar para que pare. Se rasga más. Un lago viscoso empieza a asomar y es visible hasta para el anestesista, que no para de pasar volumen porque la tensión cae bruscamente.
Mira con ojos de terror. Agitación y nerviosismo. Por todas partes. Aquí ya no hay medicina basada en la evidencia que valga. Hay que hacerse con esto.- ¡Va a sangrar mucho! – se escucha. Pero dentro de uno todo empieza a ir deprisa. Y estás solo. Te pitan los oidos, te tiemblan las piernas. Pero estás solo. No puedes decirselo a nadie, pero las piernas casi ni te sujetan. El corazón va más deprisa. Muy deprisa. Estás solo. O lo controlas o game over. ¡Estas sólo!”
A esa soledad me refiero. En ese vacio se aprende a diferenciar lo principal de lo accesorio.
PD: no es de mi autoria copiado de Panorama desde el puente
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