Con esperanzas renovadas de conocer mundo me escribe un colombiano que pretende recorrer América en bicicleta, este osado me comenta en su correo que esta pronto a licenciarse en filosofía y letras, y que su trabajo final de grado consistirá en realizar una guía de viaje, como la que realizaron en su momento los comentaristas de indias, no puedo negar que su historia me resulta interesante y que me resulta difícil negarme... mas cuando cierra su correspondencia con esta frases:
"No viajo para ir a ninguna parte sino por viajar; viajo por el placer del viaje. Lo esencial es moverse, para poder experimentar más de cerca las necesidades e incertidumbres de la vida. Abandonar la mullida cama de la civilización para sentir bajo nuestras pisadas el granito terrestre y por momentos el cortante filo del sílex"
Rober Louis Stevenson
Por alguna extraña razón me quiero hacer parte de esta historia, cuando cruza la
frontera entre nuestros países me escribe un correo para notificarme que
estará el miércoles temprano en casa, extrañamente no llega a la hora
acordada, me voy a trabajar pasando todo el día con un gusano en la cabeza
preguntándome ¿Por qué no habrá llegado?, pero no es hasta la noche que
llego a revisar mi correo que me informa, que llegara al siguiente mediodía, debido a que ha conocido personas en Tovar una ciudad a medio
camino, que ha decidido pernoctar allí, me tranquilizo y le dejo mi
número telefónico y fijo encuentro para el jueves a mediodía.
Verle llegar en bicicleta fue sorprendente, subirla a mi pequeño apartamento algo más elocuente, ya instalado yo no paraba de hacer preguntas aunque se le veía cansado y poco comunicativo, decido no importunar mas y le dejo descansar, al día siguiente marcho a mi trabajo, dejando solo en casa a un desconocido, no puedo negar que sentí algo de pánico, pero decido confiar en mi intuición, al regresar a casa allí estaba él con mejor ánimo, dispuesto a darme una batalla de ideas, no paraba de hablar, nos negábamos a escucharnos, saltando de un tema a otro durante la comida, se extendió la sobremesa, pasada la merienda, para juntarse con la cena y otra sobremesa, la contienda fue extenuante y esta vez era yo el que se estaba limitando a los monosílabos habituales ya solo quería descansar.
Otro día con mi nuevo amigo, extranjero y poco conocido, pero amigo al fin... ya mas relajados, disfrutamos en coche la ciudad, todos sus lugares emblemáticos, se quejaba de lo muy contaminante de mi medio de transporte y lo poco ecológico que resultaba, pero no tenía yo bicicleta, ni entrenamiento físico para hacer este recorrido de la forma que el pretendía.
La despedida se hizo venir, todas las dudas iniciales ya estaban olvidadas, se marchó rumbo a la montaña a otra ciudad, alejándose de su Medellín natal, acercándose a su meta que era recorrer América del Sur, durante todo su viaje por Venezuela estuve atento, me alegre con el cuando vi su foto-reportaje en un periódico regional de otro estado, disfrutaba cada nota en su blog de viaje, de lo bien que le salía su proyecto... hasta me sentía parte de su éxito...
Su viaje se toma 5 años o algo así y finalmente llega a Colombia, con la cabeza llena de todo lo visto en este espectacular travesía, sin saber si es un regreso a casa o no, ya que ha dejado mil casas en el camino, ahora es poseedor de un hogar mucho mas grande que es Sudamérica, plena, toda recorrida palmo a palmo, bueno pedal a pedal.
Su nota en el blog fue la siguiente y cito textual:
martes, 11 de marzo de 2008
A la Mérida ¡Preciosa!
Siempre estoy recordando la voz de mis maestros, sus palabras, sus sabios consejos y apuntes.
...detenerse donde nos coja el amor, reza uno de esos buenos consejos. En la ciudad de Mérida no escribí mucho, porque como decía otro de los grandes, los acontecimientos necesitan un poco de tiempo para volverse palabra. La forma del amor en Mérida no se reduce a la facilista, tonta y absurda forma dada por muchos en juntar al hombre y la mujer para desperdigar dicho sentimiento. Ya antes de este viaje pensaba que el amor puede y debe darse de muchas maneras. En esta ciudad tuve varios hospedajes y sea este texto un sentido homenaje a la ciudad y su gente, al buen amigo Abdón que me acogió. Este es un tipo que conoce bien la ciudad y que posee un sentido critico que permite establecer una comunicación fluida y verdadera. El amor es palabra entonces también y hay que saberlo habitar. De otro lado el clima de aquí cautiva de sobre manera. En la medida que te vas moviendo por el mundo tú y tu cuerpo van manifestándose. Con una temperatura que invita al sol en la mañana, un sol no muy fuerte y ese tímido frío que se aleja pero se queda a la vez y permite que no te quieras ir de la ciudad. Con el frío entonces estoy mas a gusto y me dejo estar de una mejor manera. Mi anfitrión un hombre casi de mi edad, es alguien centrado y conocedor de un espacio que ha sabido asimilar. A lo largo de mi estadía allí caminando de un lugar a otro o sentados en la comodidad de su pequeño apartamento, de repente venia de su parte una historia cargada de tradición y entre mitos indígenas, historia inmediata y conflictos actuales las conversaciones fluían. Como hecho particular hay que decir que este hombre es medico. Aquel día que lo conocí pase mi primera noche acompañándolo en su clínica donde debía hacer turno, una clínica de obstetricia, especialidad a la que se dedica y justo allí en ese lugar tuvimos los primeros acercamientos de largas conversaciones venideras sobre la política de este singular país y el proceso que pretende construir. Estar en una clínica me hizo recordar muchas cosas que tienen que ver con mi pasado. De un lado mis enfermedades cuando pequeño y mis largas jornadas en hospitales, por otra parte las innumerables horas que acompañaba a mi madre, quien fuera enfermera, en sus múltiples lugares de trabajo. Se puede decir entonces que crecí entre clínicas, médicos y medicamentos. Ahora, a esta edad y siendo mi mejor amigo medico, las historias de hospitales y pacientes no terminan para mí, por eso ese día allí el espacio no se me hacia extraño. Los días tranquilos en Mérida se desarrollaron con una calma tal que conmueve al recordarlo. En este viaje me revisto en ocasiones con mi actitud de turista y voy a conocer aquellos lugares de las guías, los que los medios nos dicen visitar. Ese juego no me gusta mucho, por no considerarme un turista, si no mas bien un tipo que deambula por ahí. En Mérida en un par de ocasiones hice este juego de jugar por jugar. Con mucha curiosidad fui a la no menos famosa heladería Coromoto, la de los mil sabores (830 hasta ahora según me documente) que aparece como no en el libro ginness. Allá llegue a asombrarme como muchos, de su infinita carta de sabores, la mayoría de ellos traídos de los cabellos. Pensaba también que en su dueño, un hombre de origen portugués, hay un gran jugador, que entre la invención de nombres y combinaciones de sabores existe un hombre que construyo un cálido sueño con los fríos helados. Mi otro juego de turista fue ir a conocer el teleférico mas alto del mundo. 12 kilómetros y una altura de 4700 msnm fueron el embeleco de uno de nuestros presidentes latinoamericanos de turno, emulando construcciones, pero este, que es el continente de la hipérbole se presta para estas grandes proezas. El teleférico se remonta hasta el Pico Bolívar, el mas alto de Venezuela con 4980 msnm, que ya casi no esta cubierto de nieve, estas dejaran de ser perpetuas, unos pobres parches blancos le dan otro color al pico que ya casi quiere tocar el cielo. A medida que subes por sus cinco estaciones puedes apreciar la magnitud de dicha obra y por supuesto la inmensidad de la naturaleza. Ese día nos calentaba un agradable sol que golpeaba en la cara mientras subíamos, pero arriba las cosas son a otro precio y la justa altura hace lo suyo. El cuerpo se entumece de punta a punta mientras el viento corre como loco inundándolo todo. Lo otro en Mérida es su centro limpio, sus callecitas agradables y aquello de que es una ciudad incrustada dentro de una universidad. El hecho que la universidad principal no este ubicada en un solo lugar si no que sus facultades se desperdiguen por toda la ciudad hace que cuando la recorras te sientas transitando por la academia. Mérida es una ciudad de muchos, de todos, la condición de ciudad universitaria hace que confluyan jóvenes de todos los lugares del país y esto le da un aire juvenil, entre cafés, panaderías, bares, lugares para el deporte y siempre donde disfrutar de comidas rápidas que aquí abundan, Mérida se empina y deja que en la noche la bruma la cubra y que en las mañanas el sol vaya iluminando sus picos.
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