lunes, 4 de abril de 2016

Los dolores del dormir - Samuel Taylor Coleridge


¡Antes de que sobre el lecho descanse los miembros,
no ha sido mi costumbre rezar
con los labios emocionados o rodillas dobladas;
sino calladamente, paso a paso,
mi espíritu yo al amor sosiego,
con confianza humilde mis párpados cierro,
con resignación reverencia,
sin concebir deseo, ni expresar pensamiento!
Sólo un sentido de súplica.
Un sentido sobre toda el alma impreso
que soy débil, sin embargo no maldito,
ya que en mí, a mi alrededor, por todas partes
están la fortaleza y la sabiduría eternas.
Pero ayer por la noche recé en voz alta
con angustia y con agonía,
desde la multitud demoníaca
de formas y pensamientos que me torturaban:
¡rojiza luz, atropellante tropel,
Sentimiento de mal intolerable,

Y a quienes despreció, sólo esos fuertes!
¡Sed de venganza, la voluntad impotente
aún confundida y, sin embargo, ardiendo aún!
Deseo con aversión extrañamente mezclado,
establecido sobre salvajes u odiosos objetos.
‘Fantásticas pasiones! ¡Reyerta enloquecedora!
¡Y vergüenza y terror sobre todo!
acciones para ser escondidas no estaban escondidas,
que todo confundido no sabía yo si las había sufrido o infligido:

pues todo parecía culpa, remordimiento o pena,
las mías propias o las de otros eran el mismo
temor que ahoga la vida, vergüenza que ahoga el alma.
Así pasaron dos noches: el desmayo de la noche
entristecía y aturdía el día que llegaba.
Dormir, la vasta bendición, me parecía
la peor calamidad de la destemplanza.

La tercera noche, cuando mi propio grito fuerte
me despertó del sueño diabólico,
dominado por sufrimientos extraños y salvajes,
lloré como si hubiera sido un niño;
y habiendo así vencido por las lágrimas
mi angustia, hacia un ánimo más templado,
tales castigos, dije, eran debidos
a las naturalezas más profundamente manchadas por el pecado:
pues siempre agita de nuevo

el infierno insondable dentro
el horror de sus acciones a la vista,
para conocerlas y aborrecerlas; sin embargo, ¡desearlas y
hacerlas!
Tales dolores con tales hombres bien se acuerdan,
pero, ¿por qué, por qué caen sobre mí?
Ser amado es todo lo que necesito,
y a quien amo, en verdad amo.

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