PSIQUIATRÍA
Allen Frances
'Las pastillas matan más que las drogas'
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Es uno de los psiquiatras más prestigiosos de Estados Unidos
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En su libro critica ferozmente la psiquiatrización de la vida
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Varios expertos españoles hablan de lo que ocurre en nuestro país
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España ocupa el 2º lugar de la OCDE en ventas de tranquilizantes
Allen Frances reconoce que tiene
algunos problemas. "Soy olvidadizo, despistado, a veces como
compulsivamente...". Pero entre sus haberes está el entrenar cada día su
mente y su cuerpo ("se me da genial el ejercicio físico"). Quizás por
eso nunca ha necesitado medicación para esas alteraciones y también
porque, como dice, tiene muy presente que están directamente
relacionadas con la cotidianidad del ser humano.
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Frances
lleva décadas dedicado a su profesión: la Psiquiatría. Desde 1980 ha
estado involucrado en la preparación del DSM, el manual estadounidense
donde se recogen los diagnósticos de las enfermedades mentales. Colaboró
en su tercera edición y dirigió la cuarta y, aunque en las últimas
décadas ha ido marcando las pautas para psiquiatras de todo el mundo,
fue la quinta edición -en la que él no estuvo presente- la más criticada y la que más controversia generó, ya que se quisieron categorizar como enfermedades problemas que para muchos expertos no eran una enfermedad real.
Gracias al debate generado en torno a este manual, su desarrollo se
modificó y eliminó los diagnósticos más controvertidos como la adicción
al sexo. Sin embargo, algunas patologías recogidas en esta última
versión siguen estando en el punto de mira de muchos especialistas que
sostienen que sólo van a contribuir a psiquiatrizar más la sociedad.
Como explica a este periódico Frances, de visita en Madrid por la publicación en España de su libro ¿Somos todos enfermos mentales? Manifiesto contra los abusos de la Psiquiatría
(Ariel), según el DSM V, "yo tendría un trastorno neurocognitivo menor,
porque a medida que me voy haciendo mayor se me olvidan las caras, los
nombres y dónde he aparcado el coche. Pero aun así, consigo funcionar.
También tendría el síndrome de atracones, porque se me da fatal la dieta
y como todo lo que veo. Cuando mi mujer murió, habría sufrido el
síndrome del trastorno depresivo grave por la tristeza que sentí. Mis
nietos padecerían un trastorno de desregulación del humor y déficit de
atención. Y la lista podría seguir. Las definiciones de los diagnósticos
eran ya de por sí demasiado amplias en el DSM IV y con el quinto se
puede llegar a una vida cada vez más medicalizada, y eso incluye la
receta médica de pastillas".
Este psiquiatra no sólo cuestiona la última edición del manual de
Psiquiatría sino que también hace autocrítica con lo realizado en las
que él participó. "En la cuarta edición hicimos un esfuerzo para ser
conservadores y reducir la tendencia del hiperdiagnóstico. Rechazamos 92
de 94 sugerencias para nuevos diagnósticos. Pero las dos que incluimos,
el síndrome de Asperger y el trastorno bipolar II (una forma más leve
de este trastorno) resultaron en falsas epidemias y fueron los ejemplos
más claros de un error. Lo que deberíamos haber hecho es, además de ser
conservadores, luchar contra definiciones demasiado amplias. Empiezas
pensando que vas a diagnosticar a un grupo de personas pero al poco
tiempo estamos todos diagnosticados. En la propia tendencia del
diagnóstico está la expansión y el medicar la vida diaria".
Ejemplos de este sobrediagnóstico hay muchos. En su libro, Frances
menciona, entre otros datos, que la inclusión del síndrome de Asperger
en el DSM IV derivó que en 20 años se haya multiplicado por 40 el número
de diagnósticos en EEUU.
Detrás de ese abuso terapéutico hay varios factores, según este
experto, entre los que destaca el lobby de las farmacéuticas. "La
industria hace todo lo que puede para convencer a todo el mundo de que
están enfermos y que necesitan fármacos. Gastan miles de millones de
dólares en marketing de los medicamentos, publicidad que en EEUU también
va dirigida a los pacientes. La intervención más poderosa para luchar
contra el sobrediagnóstico y sobretratamiento sería parar en seco el
marketing de las farmacéuticas. Eso es lo que funcionó para las grandes
empresas de tabaco, que eran igualmente de poderosas hace 25 años".
Pacientes educados
Frances tampoco obvia la responsabilidad de la sociedad, pues
considera que la información es un arma poderosa frente a la presión
farmacéutica. "Necesitamos reeducar a los médicos y al público y
decirles que la medicación genera daños, no sólo beneficios, de que no
todo problema humano viene de un desequilibrio químico, que la tristeza
no se debe tratar, que el diagnóstico psiquiátrico es difícil de hacer y que se tarda mucho tiempo para ello
y, en muchas ocasiones, varias visitas con el paciente. Algunos de los
problemas vienen de los propios ciudadanos que, de entrada, piden
pastillas. La gente debe aprender que los fármacos pueden ser peligrosos
para ellos y para sus hijos. Sólo en raras ocasiones tomarse un
medicamento es la mejor solución. Ahora en EEUU los fármacos recetados
matan más por sobredosis que las drogas de la calle. Se causan más
muertes con las farmacéuticas que con los cárteles de la droga".
Igual de contundente se muestra otro médico, el internista danés
Peter Gøtzsche, director del Nordic Cochrane Center -un centro dedicado a
evaluar la evidencia científica de tratamientos médicos- y autor de un
libro que se ha presentado esta semana en Madrid llamado Medicamentos que matan y crimen organizado.
En este manual denuncia que el consumo de medicamentos prescritos es ya
la tercera causa de muerte a nivel mundial después de las enfermedades
cardiacas o el cáncer. No se informa de sus efectos y se magnifican sus
beneficios. "Algunos medicamentos, como los antidepresivos, tienen una eficacia similar a la del placebo [sustancia inactiva]", señalaba en rueda de prensa.
Porque, como insiste Frances, "si la gente entendiera el efecto
placebo tendría menos fe en las pastillas. La mayoría de las personas
acuden al médico en el peor día de su vida. Cuando salen de allí con una
pastilla van a mejorar pero, si la visita termina sin pastilla, también
mejorarán, porque sus propios mecanismos de defensa les ayudarán a
ello. La tasa de respuesta positiva ante el placebo es mayor del 50% y la de los fármacos es del 65%.
Muy poca gente se beneficia del fármaco, pero todo el mundo que se lo
toma sufrirá sus efectos secundarios. Las personas exageran el beneficio
porque no piensan en el efecto placebo ni en los daños de los fármacos.
Un público bien informado es lo mejor contra el sobrediagnóstico y el
abuso terapéutico. Y la mejor manera de proteger a los niños".
Consumo español
Pero, ¿se puede trasladar a España la realidad de otros países como
EEUU con un sistema sanitario tan radicalmente distinto al nuestro? Para
Eduard Vieta, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínic de
Barcelona, la respuesta es claramente no. "El DSM es un catálogo
de diagnósticos para ver qué entra o no en las aseguradoras de salud.
Esto no tiene nada que ver con el sistema público que hay en nuestro
país". No obstante, reconoce que en los últimos años han
aumentado mucho las consultas por problemas relacionados con las
emociones y la enfermedad mental. "Las personas piden ayuda a los
profesionales y algunas veces es por una enfermedad y otras no. La única
forma de atender a tanta gente es que la visita termine con una receta.
Pero también pasa lo contrario: que una persona con un trastorno mental
termine en otra especialidad y sin un diagnóstico correcto".
Vieta insiste en que ese incremento de consultas no se ha traducido
en un aumento de fármacos. "Aquí se receta menos ahora. El consumo de
psicofármacos en España está muy por debajo de la prevalencia de
enfermedades mentales".
Algo con lo que no está de acuerdo Esperanza Dongil, profesora de la
Universidad de Valencia y psicóloga experta en terapia de conducta,
quien elaboró un informe en 2012 denominado El Consumo de Psicofármacos en España y en los Países de su Entorno
en el que se evidenciaba, con datos de 2010, que el consumo de
ansiolíticos, hipnóticos y antidepresivos estaba aumentando desde 2000.
"No sé los datos que maneja el doctor Vieta pero según los estudios
epidemiológicos que yo conozco, el incremento en el consumo de estos
fármacos está demostrado. Y creo que este aumento se debe a la falta de
formación y de tiempo de los médicos. Hay que tener en cuenta que un
especialista de familia tiene unos tres minutos para solucionar un
problema".
Esta demanda de fármacos también es constatada por datos de la OCDE correspondientes a 2010. Según éstos, España ocupa el segundo lugar en consumo de tranquilizantes.
Así se ha puesto de manifiesto en el X Congreso Internacional de la
Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, celebrado
esta semana en Valencia. El presidente ejecutivo de este congreso y
catedrático de Psicología en la Universidad Complutense, Antonio Cano,
explica que el elevado consumo de medicamentos no se corresponde con el
número de patologías. "No somos un país con más trastornos de ansiedad. Tendemos a psicopatologizar algunos problemas de la vida, por ejemplo, el duelo.
La tristeza es normal tras perder a un ser querido. Ir al médico a
sabiendas de que te va a dar una pastilla es patologizar un problema que
no es una enfermedad. La Organización Mundial de la Salud dice que en
los duelos no se deben dar psicofármacos. No lo dice por cuestión
ideológica sino porque hay personas que se pueden enganchar para toda la
vida".
Este empeño por evitar un tratamiento no es compartido por Vieta. "La
gente que enferma por un duelo tiene que ser tratada. Hay que darles la
oportunidad de que se traten, pero eso no significa que reciban
necesariamente un fármaco. La psicoterapia también puede ayudar a mucha
gente", dice.
Fármacos en Atención Primaria
Sin embargo, muchas personas no pasan más allá de la consulta del
médico de Atención Primaria. Allí reciben un diagnóstico y de allí salen
con una receta que, según Frances, en muchas ocasiones es errónea. Como
ejemplo están las prescripciones de antidepresivos. Se dan para
depresiones leves en las que no están indicados, señala Cano, porque en
éstas lo que mejor funciona es la psicoterapia. El 70% de estos fármacos son recetados por el médico de cabecera en España y esta cifra llega al 80% en EEUU.
"Estoy de acuerdo en que el médico de cabecera no tiene los
instrumentos necesarios para atender a una persona en tres o cuatro
minutos más allá de darle una receta. En salud mental el tiempo es muy
necesario. Lo ideal sería tener una red de atención para estos problemas
que no se focalice en el medicamento. En España se podrían dar más plazas de PIR [Psicólogo Interno Residente] e introducir el psicólogo clínico en Atención Primaria. Actualmente, hay muy pocos", se queja Vieta.
En cambio, Miguel Gutiérrez, presidente de la Sociedad Española de
Psiquiatría -uno de los estamentos que ha organizado el Congreso Mundial
de Psiquiatría 2014 que se inicia hoy en Madrid- considera que "el
médico de familia está cualificado para determinadas cuestiones como el
diagnóstico de una depresión leve o moderada y ésta puede tratarse en
Atención Primaria. El culpable de la psicologización de la sociedad no
es el médico de primaria sino la sociedad".
El aumento del consumo de ansiolíticos e hipnóticos que en España ha sido del 57,4% entre el año 2000 y 2012
o la multiplicación por cuatro en la prescripción de antidepresivos
desde el inicio del milenio hasta 2011 es, para Gutiérrez, consecuencia
del aumento de problemas emocionales o psiquiátricos derivados de la
crisis económica, "sobre todo la ansiedad y la depresión, que están muy
ligadas al aumento del paro, del fracaso escolar... Porque lo primero
que hacen muchos ciudadanos ante problemas así es acudir al médico. Unas
personas pueden afrontarlos por sí solas pero otras no, por eso se dice
que unos se ahogan en un vaso de agua. Lo que hay que enseñar es que
cada uno aproveche sus recursos personales para confrontar las
situaciones negativas de la vida".
Para Gutiérrez es clave la prevención y la personalización de los
tratamientos. "La medicina futura va hacia un modelo de personalización y
eso se consigue si somos capaces de prevenir. Estamos avanzando mucho
en medicina predictiva".
Conceptos que para Frances o Gøtzsche son erróneos. "No hay ninguna prueba biológica que se pueda hacer para diagnosticar un problema mental.
No existe un límite trazado por una línea clara», afirma Frances.
Frente a lo que Gutiérrez argumenta que, a pesar de no haber marcadores
biológicos, sí existe la posibilidad de analizar los antecedentes
familiares y personales o los comportamientos nocivos como el abuso de
alcohol. "Todo ello nos conduce a establecer un riesgo. Lo que mejor
predice el futuro es el pasado. No obstante, creo que en unos años
tendremos marcadores biológicos como en otras especialidades". Algo que
contradice Frances, quien afirma que, en otras especialidades, ya se
está conociendo los errores por intentar detectar precozmente las
enfermedades: "Se ha abusado mucho de pruebas innecesarias que llevan a
procedimientos dolorosos o a un exceso de medicación, como ha ocurrido
en el cáncer de próstata o en la hipertensión. Y de eso ya se están
dando cuenta otros médicos".
Clientes perpetuos
La predicción de una enfermedad en la infancia es todavía más complicada. "Los niños son más difíciles de diagnosticar, se tarda muchísimo con ellos, porque cambian tanto en el tiempo...
Puede que tengan un problema vinculado al desarrollo o con algo que
esté pasando en su familia o en el colegio. Pero son los clientes
ideales para las farmacéuticas porque si llegas a ellos los tienes para
toda la vida".
Desde la inclusión del trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH)
en el DSM la incidencia de esta enfermedad se ha triplicado en EEUU.
Como explica este psiquiatra en su libro, "gran parte del incremento de
casos de TDAH es el resultado de falsos positivos en niños a los que les
iría mucho mejor sin ser diagnosticados". E insiste a este periódico:
"Nos estamos gastando en EEUU unos 10.000 millones de dólares al año en
fármacos para el TDAH para tratar a muchos niños que realmente no tienen
ese problema y que están teniendo dificultades por culpa de aulas
caóticas. Al empequeñecerse los presupuestos para educación, se quitó de
en medio en muchos colegios a los profesores de gimnasia. Es mejor
gastarse el dinero en colegios que maldiagnosticar a los niños y
tratarles con medicinas caras".
A pesar de algunos informes que señalan que la prescripción de
fármacos para el TDAH se ha duplicado en los últimos años en nuestro
país, Juan José Carballo, responsable de la Unidad de Psiquiatría
Infantil y del Adolescente de la Fundación Jiménez Díaz en Madrid,
sostiene que España "está lejos del sobrediagnóstico. Sí que puede
ocurrir que los pacientes vayan a la consulta y que, como este trastorno
está muy en la cabeza de los especialistas, se les diagnostique
erróneamente. Pero el 10% de los niños y adolescentes que se estima que
tiene síntomas con deterioro de su funcionamiento por una enfermedad
mental no está llegando a las consultas. Es decir, muchos están aún sin
tratar".
Tanto este especialista como el resto de los consultados sostienen que
la sociedad tiende a responsabilizar a los médicos de sus males en
lugar de ocuparse ellos mismos, de buscar el apoyo de los amigos o la
familia. Algo muy valioso y que parece haber sido clave en que, a pesar de la crisis, en España no se hayan disparado los suicidios.
Lamentablemente no es un articulo personal es solo algo que encontre en la red y gustoso comparto... http://www.elmundo.es/salud/2014/09/14/54133868ca474128048b4570.html
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