domingo, 12 de enero de 2014

El fantasma de la soledad

Esta entrada no me pertence y comulgo con ella en muchas cosas, la citare textualmente en honor a su autor, Dr. César Landaeta @celand29

El fantasma de la soledad

Para lograr la mejor compañía hay que saber estar solo. Tener el Yo por encima del Nosotros garantiza la libertad de escoger quién nos va a acompañar 


El fantasma de la soledad
"Libre solo o exclavo acompañado" Foto:Shutterstock.com


El tema de quedar en completa soledad es, sin duda, el fantasma que más espanta al ser humano. Para conjurar el terror que él genera, la gente es capaz de llegar a extremos inconcebibles. Una persona atosigada por la ansiedad de no tener compañía, aun cuando solo sea para sufrir, puede entregar su libertad, su dignidad y hasta la vida misma si es preciso.

De esto saben los manipuladores sentimentales, los narcisistas explotadores y cualquiera de aquellos a quienes les gusta usar a los demás como juguetes. Armados con la amenaza de la soledad, mantienen cautivas a sus presas sin que tengan que esforzarse demasiado.

¿Por qué ocurre esto?, ¿de qué está hecho ese miedo tan poderoso? La respuesta es simple: se teme a las propias fantasías. Entre ellas, la de desaparecer como persona;  esto es, no ser nadie.

Quien no soporta la idea de perder el contacto con otro que le sirve de talismán, probablemente ya ha perdido – o no desarrolló nunca - la noción de un Yo fuerte y apreciable. Pero si bien es trágica esa situación, más patética aun es la certeza que en el fondo tiene de que aquel jamás llegará a valorarle como desearía. Y es lógico que así sea, ¿cómo podría un extraño amar a quien ni siquiera sabe si tiene existencia propia?, ¿qué satisfacción puede haber para un esclavo de la mirada ajena?
Naturalmente, nada es más grato que compartir los afectos y tener al lado una mano amiga que nos apoye en los momentos de necesidad. El problema radica en que esto se da a partir de una paradoja: para lograr la mejor compañía, primero hay que saber estar solo.

Únicamente la ubicación del Yo, por encima del Nosotros, garantiza la libertad de escoger quien nos va a acompañar y allí es cuando desparece el fantasma.
“Libre solo o esclavo acompañado”, he ahí la gran disyuntiva.
¿Te atreves a resolverla?

Leer la nota original en: http://www.revistadominical.com.ve/noticias/firmas/el-fantasma-de-la-soledad--1-.aspx

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