Esta entrada no me pertence y comulgo con ella en muchas cosas, la citare textualmente en honor a su autor, Dr. César Landaeta @celand29
El fantasma de la soledad
Para lograr la mejor compañía hay que saber estar
solo. Tener el Yo por encima del Nosotros garantiza la libertad de
escoger quién nos va a acompañar
El
tema de quedar en completa soledad es, sin duda, el fantasma que más
espanta al ser humano. Para conjurar el terror que él genera, la gente
es capaz de llegar a extremos inconcebibles. Una persona atosigada por
la ansiedad de no tener compañía, aun cuando solo sea para sufrir, puede
entregar su libertad, su dignidad y hasta la vida misma si es preciso.
De
esto saben los manipuladores sentimentales, los narcisistas
explotadores y cualquiera de aquellos a quienes les gusta usar a los
demás como juguetes. Armados con la amenaza de la soledad, mantienen
cautivas a sus presas sin que tengan que esforzarse demasiado.
¿Por
qué ocurre esto?, ¿de qué está hecho ese miedo tan poderoso? La
respuesta es simple: se teme a las propias fantasías. Entre ellas, la de
desaparecer como persona; esto es, no ser nadie.
Quien
no soporta la idea de perder el contacto con otro que le sirve de
talismán, probablemente ya ha perdido – o no desarrolló nunca - la
noción de un Yo fuerte y apreciable. Pero si bien es trágica esa
situación, más patética aun es la certeza que en el fondo tiene de que
aquel jamás llegará a valorarle como desearía. Y es lógico que así sea,
¿cómo podría un extraño amar a quien ni siquiera sabe si tiene
existencia propia?, ¿qué satisfacción puede haber para un esclavo de la
mirada ajena?
Naturalmente,
nada es más grato que compartir los afectos y tener al lado una mano
amiga que nos apoye en los momentos de necesidad. El problema radica en
que esto se da a partir de una paradoja: para lograr la mejor compañía,
primero hay que saber estar solo.
Únicamente
la ubicación del Yo, por encima del Nosotros, garantiza la libertad de
escoger quien nos va a acompañar y allí es cuando desparece el fantasma.
“Libre solo o esclavo acompañado”, he ahí la gran disyuntiva.
¿Te atreves a resolverla?
Leer la nota original en: http://www.revistadominical.com.ve/noticias/firmas/el-fantasma-de-la-soledad--1-.aspx