martes, 16 de marzo de 2010
El cielo de Paulo Coelho
Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados.
Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales…
La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos.
En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió a un hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:
– Buenos días.
– Buenos días – Respondió el guardián.
– ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?
– Esto es el Cielo.
– ¡Qué bien que hayamos llegado al cielo, porque estamos sedientos!
– Usted puede entrar y beber tanta agua comoquiera – Y el guardián señaló la fuente.
– Pero mi caballo y mi perro también tienen sed…
– Lo siento mucho – Dijo el guardián – pero aquí no se permite la entrada a los animales.
El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante.
Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puertecita vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles.
A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero.
Posiblemente dormía.
Buenos días – dijo el caminante.
El hombre respondió con un gesto de la cabeza.
– Tenemos mucha sed, yo, mi caballo y mi perro.
Hay una fuente entre aquellas rocas – dijo el hombre, indicando el lugar. – Podéis beber tanta agua como queráis.
El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed. El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.
– Podéis volver siempre que queráis – Le respondió éste.
– A propósito – ¿Cómo se llama este lugar? – preguntó el hombre.
– EL CIELO.
– ¿El Cielo? ¿Sí? Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!
– Aquello no era el Cielo, era el Infierno – contestó el guardián.
El caminante quedó perplejo.
– ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! – advirtió el hombre.
– ¡De ninguna manera! En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos…
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