Los días de vacaciones han quedado atrás, ya tratar de recorrer mi país y descansar ya no es la meta; no quiero sonar fanfarrón, pero este fue un tiempo maravilloso, recorrer en auto sin rumbo fue osado y todo gracias a la compañía de Alexander, quien hizo ameno el recorrido, desde los pasteles en la Vuelta de Lola hasta el retorno fue una gran experiencia, ya casi olvidaba los percances en la carretera como el camión cargado de papas que casi nos mata antes de Mucuchies, el pinchazo en la carretera de Choroni o las muy repetitivas parada para captar en fotografías el paisaje parameño...
Es sorprendente la sensación de libertad cuando se llega a la redoma de Barinas, en donde el ritual indica que se deben cerrar los vidrios, poner el aire acondicionado en toda su potencia y aturdirte con la música del arpa para sentirse en consonancia con la llanura infinita, como infinita es mi creencia por un ser superior, ser que dirige mis pasos a lo que será, mi primer destino, centro de peregrinación de muchos, como es el Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto patrona de esta gran nación, belleza arquitectónica en medio de la nada, que nos recuerda lo pequeño que somos.
Ya saciado el fervor religioso, el camino aguarda por carreteras interminables que llevan a todos los destinos, como lo indican las figuras que se forma en la distancia por el calor, pero esto de rodar sin limitación de tiempo y teniendo Caracas como destino final, tiene sus inconvenientes y en Acarigua se intenta dar sentido y orden al viaje buscando un mapa o algo que nos conecte con la realidad y tras un hora o mas, de colas, buhoneros y caos urbano conseguimos lo buscado y decidimos continuar rumbo a San Carlos, ciudad desconocida por mí, de la cual me llevo un gran recuerdo de su casco histórico lleno de casas coloniales, con zaguán y patio central y se siente un gran compromiso en sus habitantes por no olvidar su pasado.
Seguimos el recorrido encontrándonos con nuestro país y llegamos a Campo Carabobo y me sorprende estar allí y ver como cobra vida esa imagen conocida por todos los desfiles trasmitidos de ese lugar en conmemoración a la batalla y por aparecer en los billetes de 5 bolívares, pero nunca antes visitada.
Mas fotos que nos unen a nuestro inconsciente colectivo y se sigue comiendo asfalto con rumbo a Maracay con el fin de abastecernos para continuar rumbo a Choroni, es jueves y como en la lejana Mérida es de revolución, por lo que los estudiantes están quemando caucho y la policía no permite que siga el camino real y tras un ¨colaboración¨ nos dirigen por una ruta alterna, se inicia el recorrido por el Parque Nacional Henry Pitier y otro cuerpo de seguridad nuevamente exige una "colaboración" por cualquier irregularidad, pero gracias a Dios o al dinero se supera ese escollo y seguimos por un paisaje encantador lleno de curvas sin olvidar una muy clara advertencia que cuando se escuchara una sirena me detuviera lo mas próximo a la orilla del camino que eso era el bus que hacia su recorrido cual bólido, llegamos a la punta de la montaña para volver a bajar y seguir entre un verde interminable, sin encontrarnos con el esperpento andante, perdón el bólido bus; comienzan a aparecer una a una las casa y sus habitantes, sin sorpresas de pronto estamos en Choroni, ciudad minúscula y colonial, recorremos su calles y seguimos destino a Puerto Colombia en donde arribamos al atardecer, el cual lo admire desde el Alto de la Cruz y no tengo palabras para describir el mejor atardecer visto, y ya con la luna sobre la cabeza vuelvo al pueblo en búsqueda de hospedaje, descansar y continuar rumbo.
Muy temprano nos vemos tentados por la Playa de Chuao, un pueblo mucho mas pequeño pero magnifico en conjunto, retorno a Puerto en un peñero, cayendo la noche mientras hablamos en el malecón, con la compañía de un vino tinto el cual me apeteció como muy bueno y esperamos unos tambores que nunca llegan...
Otro día mas donde sigue la odisea, rodamos por La Victoria para encontrarnos con un paisaje totalmente distinto, y maravillarnos aún mas de Venezuela, en este poco intervalo de tiempo hemos partido de una ciudad en medio de montañas, cruzando el páramo para llegar a los llanos, pasar una selva húmeda tropical para conocer unas playas hermosas llenas de cocoteros y volvernos a encantar con las montañas para darle disfrute a la vista con este poblado de aspecto alemán que es la Colonia Tovar, y mientras hablamos de esto llegamos a Caracas por el Junquito que deja a cualquiera sin aliento...