Entre la
incertidumbre y el miedo, esta sensación de desasosiego se repite en mí, es una
constante en lo que pienso y sobre todo en la que escribo para mi autoconsumo,
de modo de no olvidarlo y continuar repitiéndome.

La incertidumbre
puede desorganizarnos emocional y/o físicamente, y así aparece el miedo, no todos
estamos educados para la incertidumbre, he visto a algunos que al no saber qué está
pasando, ni por qué, aceptan vivir en la duda permanente, pero no todos aceptan
esta situación resignadamente. Existe más de uno que decide mantenerse en la claridad segadora y otros como yo, van de
periodos de ideas reveladoras a épocas en
las que se vive completamente en la oscuridad y deciden mantenerse circunstancial
y seguramente en el estado con mayor rédito
de confort.
No quiero
parecer nihilista, solo me observo en medio de más de dos caminos laberinticos,
que nacen del vacío del ayer y transcurren hasta llegar a la agotadora paradoja
de vida (transcendencia vs anonimato), y quisiera poder hacer esta tarea mas
sencilla, teniendo en esta existencia mas de una, muchas existencias, universos
paralelos y cual juego poder transitar
cada camino de forma independiente, a las otras experiencias de vida y en caso
de error volver al comienzo, pero aun no he establecido si sea idóneo o no llevar
consigo los conocimientos, como tampoco se cual serie ese error conducente a la
nada, para recomenzar por un nuevo sendero, pero se que esto no es posible, por lo que
finjo patéticamente calma, mientras pienso que solo puede no haber calma para
quien ha agotado todo.
No ha pasado
ni un segundo de mi vida y ya el péndulo ha vuelto y ya quiero ganarle la
carrera al tiempo, aunque se que el demolerá todo, aun cuando le cueste una
eternidad hacerlo.
No se en que
creer y en quien no, creer mas allá de mi mismo y mis múltiples defectos,
virtudes, fracasos y por que no mi propia desintegración como individuo,
inmerso en una red mayor, en donde solo existo porque yo lo sé, pero en donde a
nadie le importa mi sentir, peleando entre el yo y sus desconfianzas y el otro
y mis desconfianzas.
Como buen esclavo
de la introspección me hundo en la autodestrucción que agobia al mundo, no sé de
dónde vengo y a dónde voy, por lo que no dejo de montarme en algún montículo de
piedras bien intencionadas para contemplar la altura desde la cual puedo caer todavía.
Sin saber si debo suponer que el ser perdura, como energía, que tal vez
alimente cuerpos celestes de forma individual o esa individualidad se pierde y
eres solo un pulso de energía, por lo que no sé si abrumarme entonces antes la
infinita soledad o aburrirme entre las masas homogéneas.
No paro de
soñar en paisajes no visto, en lenguas no oídas, en bocas no besadas, en dioses
no adorados, en diálogos imposibles, relaciones sexuales provisionales que
nadie sabe donde están, recuerdos que no consisten en ruinas, ríos en los
cuales sumergirme; no paro de soñar el mañana, como no paro de recordar el ayer.
Suelo hacer descripciones
minuciosas de personas que se miran al espejo, sin percatarme que estoy
captando y contemplando mi autoreflejo,
huyendo de todo lo deforme sin evidenciar mis imperfecciones, aunque en
ocasiones cual Narciso disfruto enlistando cada uno de ellas y el péndulo nuevamente se
desplaza.
