Toda persona con quien interactuamos ejercerá alguna influencia sobre nosotros, en ocasiones de forma instantánea, en otras desde el pasado, resurgiendo como fantasma que viene a tocarnos las palmas, esta influencia puede ser negativa o positiva, poniéndonos a pensar y obligando a reflexionar en cada segundo... Recuerdo tanto a mi padre...
Ahora que regreso a mi país me reencuentro con mi familia y se fortalecen mi conexión con mi identidad y me percato que lo nuestro también tiene un gran valor, que muero por la comida venezolana y que es tan sana y buena como la mediterranea, sin detrimento de ninguna, ambas tienen el beneficio del tiempo y son impulsadas por la evolución, es penoso pensar que todo lo bueno nos viene de fuera, tampoco quiero sonar intolerante nacionalista pero hasta cuando debemos sentir vergüenza por nuestras costumbres y tradiciones, por que debemos ruborizarnos cuando en nuestro equipaje al exterior siempre incluye un tosti arepa, un budare o una manga de colar café; por que no queremos nombrar que uno de los ingredientes principales de un buen pabellón criollo son unas caraotas, por que tenemos que sentirnos avergonzado de la exótica presentación de una hallaca o del casabe, sentimos indecencia en expresar que necesitamos algunos productos venezolanos para nuestra comida (aji dulce, papelón, entre otros)
No soy muy profundo en mis opiniones, solo expreso las cosas como las veo o las siento y siempre espero que sean analizadas pacientemente por mentes mas iluminadas... pero considero que mucho de nuestros problemas y cosmovisión son afectados por lo que ocurre con la comida, trasladandose a otras costumbre venezolanas, considero que nuestra venezolanidad debería comenzar por abandonar los prejuicios perversos dejando de pensar que nuestra cocina es fea, que nuestros utensilios son menos eficientes y que nuestra forma de comer es menos culta, orgullosos de nuestros sabores, texturas, ingredientes y códigos de etiqueta (comer una arepa con la mano, la ausencia de tiempo y acompañar las comidas con jugos de frutas, entre otras)... al rescatar ese orgullo por lo que comemos, estará labrado el camino para el éxito o al menos proyección de nuestra música, nuestros ritmos, nuestro cine y nuestra forma de hacer y ver las cosas...