“Pretencioso pero indiscutiblemente cierto: el negocio es salvar
vidas. Diariamente, miles de españoles entregan a sus médicos en el
Sistema Nacional de Salud lo que más aprecian, su propia vida. Les
ofrecemos una solución para sus problemas y, junto con otros, nos
dedicamos a curarles. Cuando no podemos, porque tenemos límites, les
ayudamos a soportar la muerte. Sabemos que confían y quieren que uno se
comporte no como cualquier médico, quieren al mejor médico. Eso nos lleva a luchar por mejorar profesionalmente y así responder a las necesidades. Pero, ¿Podrán seguir confiando?
La excelencia no ha sido gratuita. Hasta poder desobstruir una
coronaria o trasplantarle el hígado, estudiamos duramente para acceder a
la facultad y acabar en seis años la licenciatura. Luego competimos
para acceder a la formación especializada. Trabajamos y nos formamos
simultáneamente por una remuneración incalificable durante otros cuatro o
cinco años. Eso son horas sin dormir, reuniones familiares perdidas o
desconexión de los amigos, que no entienden que el hospital y los
pacientes van primero. Terminado el entrenamiento, once años después,
muchos pasamos a ser eternos “interinos” por incumplimiento legal de los
diferentes gobiernos. Y continuamos progresando sin ayuda de la misma
administración que se beneficia del valor añadido aportado. Pero ese
esfuerzo no produce el beneficio económico que se nos atribuye. Me
sonrojo al contar que el precio de una hora de guardia hospitalaria de
un, pongamos, cirujano con 20 años de experiencia es inferior al de
personas del servicio doméstico de las señoras y caballeros que deciden
sobre Sanidad. Lamentablemente, el desprestigio cunde. Cada vez hay
menos médicos interesados en las especialidades de mayor riesgo, que son
las peor recompensadas.
Ahora no pedimos que nos paguen anualmente una cuarta parte de cuanto
reciben las estrellas de fútbol por temporada. No es preciso temernos o
reverenciarnos porque la nuestra es una profesión, no un sacerdocio.
Sólo pregúntense qué estarían dispuestos a dar por el mejor y más
motivado médico cuando la enfermedad ponga en peligro su vida.
Reconocerán que si no cuidamos a los profesionales e incentivamos la
excelencia algún día lo lamentaremos todos. La asistencia sanitaria es
un negocio para muchos, pero créanme, nuestro primer y principal negocio
como médicos es salvar vidas. Dennos crédito.”
Copiado de http://medicablogs.diariomedico.com/desdeelpuente/page/216/
25 de noviembre de 2005 | escrito por Julio Mayol | clasificado en Profesión