lunes, 9 de febrero de 2009

La profesión medica en un mundo cambiante





En 1174, Maimónides es designado médico de la corte egipcia, donde pasa la mayor parte del tiempo. En un relato cuenta que hace cada día al volver a casa, todavía en ayunas, y hallarse ante quienes requieren sus servicios:



“(Como) un pequeño bocadillo, salgo luego para atenderlos y les prescribo recetas y fórmulas para la curación de sus enfermedades. La entrada y la salida de los pacientes dura hasta la noche. A veces (...) me encuentro en el extremo de mis fuerzas hasta el punto que apenas puedo hablar”.

Los médicos siempre hemos sido personas abnegadas. Pero ahora encaran un mundo en el que los cambios se suceden con gran rapidez. Tal vez tenga un horario tan extenuante como el de Maimónides, pero ¿Se goza del mismo respeto de antaño?¿De qué modo se ha visto afectado el  estilo de vida por las nuevas circunstancias? Como ha repercutido en la relación con los pacientes el curso que han tomado los asuntos en las últimas décadas?.

Cambios en la relación: Aun hay quienes recuerdan cuando los doctores llevaban todos sus remedios en un maletín negro. Al igual que hoy, los facultativos suscitaban sentimientos encontrados. Por lo general, eran admirados por su capacidad, rango y ética, pero también reciben críticas por sus tarifas, errores y aparente frialdad.
            Pese a todo muchos de ellos sentían gran satisfacción ayudando a varias generaciones de la misma familia. Realizaban frecuentes visitas domiciliarias, y en las zonas rurales se quedaban a veces a comer, o incluso a dormir si tenían que asistir en un parto. No era raro que confeccionaran las medicinas para sus pacientes. Algunos eran tan altruistas que atendían gratuitamente a los pobres y estaban siempre disponibles: las veinticuatro horas del día los siete días de la semana.
            Es cierto que todavía quedan médicos así; no obstante, en numerosos países, la relación con el paciente probablemente haya cambiado más en los pasados decenios que en muchos siglos. ¿Por qué? Examinemos en primer lugar las visitas domiciliarias.

¿Qué ha sido de las visitas domiciliarias?:  Visitar a los enfermos en sus hogares era una práctica habitual, y en algunos países continua siéndolo. Sin embargo, cada vez lo es menos, como admite el periódico de The Times of India: “En esta hora de especialista y superespecialistas se encuentra en extinción la figura del médico de cabecera, con su tranquilizadora presencia, buen conocimiento de la familia y disposición a acudir a su lado siempre que hiciere falta”.
            Los vertiginosos avances científicos han llevado a muchos médicos a centrarse en un determinado campo y trabajar en equipo. Como consecuencia, el enfermo tal vez sea atendido cada vez por un profesional diferente, al cual ya no le resulta posible mantener largas relaciones con familias enteras.
            La decadencia de las visitas domiciliarias comenzó hace un siglo, al irse generalizando los análisis de laboratorio y los equipos de diagnóstico. De hecho, las instituciones sanitarias de muchos lugares pasaron a considerar que tales visitas eran un derroche de tiempo. Hoy día, la mayoría de los enfermos pueden desplazarse hasta la consulta. Además, hay unidades de emergencia y otros servicios auxiliares que asumen funciones que en su día fueron patrimonio del galeno.

Cambios en la situación del galeno: En el mundo actual hay cada vez menos médicos independientes. La asistencia sanitaria la brinda por lo general organismos oficiales y compañías privadas que contratan facultativos, a menudos de los cuales les incomoda que existan intermediarios en su relación con el paciente. A veces, tales instituciones les exigen atender a más enfermos en menos tiempo. “A cada paciente – indica Sheila Perkins, Generalista Británica – le puedo dedicar de siete a diez minutos, que casi se me van en introducir sus datos en la computadora. Me queda poco tiempo para cultivar una relación con cada uno, no deja de molestarme”:
El médico de hoy vive en un mundo cambiante donde sus indicaciones ya no incuestionables. El paciente ha adquirido mas poder, al grado que en muchos países tiene derecho sobre las opciones existentes y sus posibles consecuencias antes de dar su consentimiento a una determinada terapia. Tanto ha cambiado la relación que el médico es considerado por algunas personas como un simple técnico.
Además, los cambios sociales, que se suceden vertiginosamente, ha llevado a que ahora haya un buen número de doctores, a los que suele atribuirse una mayor disposición a escuchar, lo que al parecer contribuye a que el mundo de la medicina se humanice.
La mayoría de los pacientes agradecen contar con un médico que comprenda sus sentimientos y tensiones. Pero cabría preguntarse: ¿Cuánto de ellos comprenden los sentimientos y tensiones de este? Tal entendimiento mejoraría sin dudas las relaciones entre facultativos y enfermos.

Las tensiones de la profesión:  


“Los jóvenes padres acudieron a mi confiados en que los ayudaría con el recién nacido. Cuando lo examine, se me cayó el alma a los pies, pues sufría una afección incurable. Imagínense como me sentí al decirle que su hijo nunca podría ver. Me despedí de ellos embriagado por la pena. Minutos después llego el siguiente paciente de la lista, esperando que lo atendiera con una sonrisa en los labios. A eso le llamo yo tensión”.
Un cirujano oftalmólogo de Sudáfrica.

Nadie suele acudir a la consulta para escuchar los problemas del facultativo, sino para remediar sus propias necesidades. De ahí que pocas personas entiendan la sobrecarga emocional que este afronta.
Es cierto que todos vivimos bajo presión, y que el médico no es el único profesional que tiene un oficio agobiante. Pero ya que seguramente todos solicitaremos sus servicios en algún momento, vale la pena analizar las tensiones que genera esta profesión y sus efectos en quienes la ejercen.
La primera página del historial de estrés pudiera escribirse muy temprano, cuando el estudiante trata de conseguir una plaza en la facultad. Luego, al inicio de la preparación, suele producirse un sobre salto difícil de olvidar, el cual abre un proceso que pondrá a prueba sus sentimientos y su temple.

Traumáticas experiencias durante la formación profesional: La impactante entrada en el mundo de la disección pudiera tener lugar durante la primera semana de curso. Muchos alumnos nunca han enfrentado un difunto, por lo que la visión de cuerpos desnudos y arrugados a los que se les practican diversos cortes para su estudio anatómico pudiera resultar repulsiva en grado sumo. Así pues, no tiene más remedio que adoptar técnicas para habituarse. Por citar una ellas, recurren al humor y le ponen nombres jocosos a los cadáveres. Aunque al profano le parezca insensible este comportamiento, con el no pretenden pensar en el organismo que tienen ante sí fue una persona.
Luego vienen las prácticas en el hospital. La mayoría de los seres humanos no nos vemos obligados a plantearnos la brevedad de nuestra existencia sino hasta que entramos en la mediana edad. Sin embargo, cuando se encuentra en plena juventud, el aspirante a médico se ve cara a cara con las enfermedades incurables y la muerte. Uno de ellos califico de “enormemente repulsivas” sus primeras experiencias en un clínica. Además, otro golpe que resulta difícil de asimilar, sin importar que su país sea rico o pobre, es descubrir que muchas veces se niega un tratamiento necesario por carecer de fondos.
¿Cómo se las arreglan los médicos primerizos para sobrellevar las tensiones? A menudo, los trabajadores de la salud tienen que distanciarse emocionalmente de los enfermos despersonalizándolos. Así, en vez de referirse  a ellos como individuos, tal vez digan: “doctor hay una pierna rota en la sección dos”. Sin duda, una descripción cómica para quien ignora el motivo por el que se usa.

El desgaste por empatía: Aunque la formación que recibe el facultativo es principalmente de carácter científico, buena parte de su labor consiste a menudo en hablar con quienes lo visitan. Sin embargo, en muchos casos no se sienten preparados para lo que implica establecer una relación con el paciente. Como se indica anteriormente, uno de los trances mas difíciles es comunicar malas noticias, y hay quienes tienen que hacerlo a diario. Además, se espera que ellos escuchen cuando el afectado por una crisis recurrente al necesario deshago. Es tan extenuante tratar con gente dominada por la ansiedad y el miedo, que algunos médicos manifiestan un tipo de agotamiento denominado desgaste por empatía.
Un médico de familia de Canadá recuerda así sus primeros años: “tenía una avalancha de pacientes: los que necesitaban que los atendiera, los angustiados que buscaban desahogarse, los que quería que hiciera algo, los manipuladores de actitud agresiva y exigentes, los que venían a verme, los que exigían que fuera a verlos y los que invadían por teléfono mi hogar e incluso mi dormitorio. Pacientes, pacientes y más pacientes. Yo quería ayudarlos pero era desquiciante” el dilema del médico, de John W. Holland.
¿Se reduce la presión con el paso de los años? No, pues la experiencia suele conllevar más responsabilidades. A menudo a que tomar decisiones rápidas, a veces sin disponer de suficiente información, en las que entra en juego la vida de las personas. “Cuando era joven –explica un doctor británico–, era algo que no preocupaba, igual que muchos jóvenes le da igual conducir de forma temeraria. Pero con la edad, uno valora mas la vida. Ahora las decisiones terapéuticas me crean mas ansiedad que nunca”.
¿Cuáles son los efectos de esta tensión? Para empezar, a menos que luche para evitarlo, el galeno pudiera adoptar en su familia el mismo distanciamiento emocional que mantiene en su consulta. Por otro lado, si se destaca por la empatía al ayudar al enfermo a afrontar sus sentimientos, pudiera excederse y quedar agotado emocionalmente. He aquí el eterno problema de su profesión.

Pacientes difíciles: Al preguntarle al médico por las tensiones que genera el trato con los pacientes, probablemente mencione primero las personalidades difíciles. Y es probable que el lector mismo haya observado varias de las siguientes categorías.
Encabezan la lista los que, además de no explicar que problemas les aqueja, hacen perder el tiempo al doctor con divagaciones que nunca llevan a nada. También están los exigentes, que aunque no atraviesan una emergencia, lo llaman en la noche y los fines de semana, o insisten en recibir algún tratamiento que el no ha indicado. Luego vienen los desconfiados. Por ejemplo, hay quienes buscan en Internet información útil. Aunque esta investigación puede ser beneficiosa, a veces les lleva a recelar del especialista, que tal vez no tenga tiempo de estar debatiendo los pro y los contra de cuanto encuentra en dichas investigaciones. Además, le resulta muy incómodo tratar a alguien que no esta dispuesto a seguir sus recomendaciones. Por último, están los impacientes, que abandonan el tratamiento sin haberlo seguido el tiempo necesario y quizás prefieran consultar a otra fuente.
En algunos países, sin embargo, la principal tensión no es los enfermos, sino el abogado.

Medicina a la defensiva: En muchas naciones ha aumentado vertiginosamente el número de demandas por negligencia, en las que no es raro que el abogado realice acusaciones sin base con el único objetivo de sacar grandes compensaciones. Según el presidente de la Asociación Médica Americana, “estos pleitos están disparando las primas de nuestros seguros de responsabilidad legal. Además, causan otros daños graves. A consecuencia de litigios injustificados, los médicos pudieran sufrir grandes prejuicios, como vergüenza publica, pérdida de tiempo, estrés y ansiedad. Hasta ha habido casos de suicidio.
Como consecuencia muchos facultativos se ven obligados a practicar la medicina a la defensiva”, es decir, a tomar sus decisiones no pensando tanto si son mejores como si serán defendibles ante un tribunal. “Ejercer la medicina cubriéndose las espaldas es ahora lo más habitual.
Al recrudecer las presiones, no es raro que el médico se pregunte que le depara el futuro. Y esta misma es la pregunta que se hace un buen número de pacientes al constatar que, pese a los avance científicos, hay enfermedades que ocasionan cada vez mas sufrimiento.