“(Como) un pequeño bocadillo, salgo luego para atenderlos y les prescribo recetas y fórmulas para la curación de sus enfermedades. La entrada y la salida de los pacientes dura hasta la noche. A veces (...) me encuentro en el extremo de mis fuerzas hasta el punto que apenas puedo hablar”.
Los médicos siempre hemos sido personas abnegadas. Pero ahora encaran un
mundo en el que los cambios se suceden con gran rapidez. Tal vez tenga un
horario tan extenuante como el de Maimónides, pero ¿Se goza del mismo respeto
de antaño?¿De qué modo se ha visto afectado el estilo de vida por las
nuevas circunstancias? Como ha repercutido en la relación con los pacientes el
curso que han tomado los asuntos en las últimas décadas?.
Cambios en
la relación: Aun hay quienes recuerdan
cuando los doctores llevaban todos sus remedios en un maletín negro. Al igual que
hoy, los facultativos suscitaban sentimientos encontrados. Por lo general, eran
admirados por su capacidad, rango y ética, pero también reciben críticas por
sus tarifas, errores y aparente frialdad.
Pese a todo muchos de ellos sentían
gran satisfacción ayudando a varias generaciones de la misma familia.
Realizaban frecuentes visitas domiciliarias, y en las zonas rurales se quedaban
a veces a comer, o incluso a dormir si tenían que asistir en un parto. No era
raro que confeccionaran las medicinas para sus pacientes. Algunos eran tan
altruistas que atendían gratuitamente a los pobres y estaban siempre
disponibles: las veinticuatro horas del día los siete días de la semana.
Es cierto que todavía quedan médicos
así; no obstante, en numerosos países, la relación con el paciente
probablemente haya cambiado más en los pasados decenios que en muchos siglos.
¿Por qué? Examinemos en primer lugar las visitas domiciliarias.
¿Qué ha sido
de las visitas domiciliarias?: Visitar a los enfermos en sus hogares era una práctica
habitual, y en algunos países continua siéndolo. Sin embargo, cada vez lo es
menos, como admite el periódico de The Times of India: “En esta hora de
especialista y superespecialistas se encuentra en extinción la figura del
médico de cabecera, con su tranquilizadora presencia, buen conocimiento de la
familia y disposición a acudir a su lado siempre que hiciere falta”.
Los vertiginosos avances científicos
han llevado a muchos médicos a centrarse en un determinado campo y trabajar en
equipo. Como consecuencia, el enfermo tal vez sea atendido cada vez por un
profesional diferente, al cual ya no le resulta posible mantener largas
relaciones con familias enteras.
La decadencia de las visitas
domiciliarias comenzó hace un siglo, al irse generalizando los análisis de
laboratorio y los equipos de diagnóstico. De hecho, las instituciones
sanitarias de muchos lugares pasaron a considerar que tales visitas eran un
derroche de tiempo. Hoy día, la mayoría de los enfermos pueden desplazarse
hasta la consulta. Además, hay unidades de emergencia y otros servicios
auxiliares que asumen funciones que en su día fueron patrimonio del galeno.
Cambios en
la situación del galeno: En el mundo
actual hay cada vez menos médicos independientes. La asistencia sanitaria la brinda
por lo general organismos oficiales y compañías privadas que contratan
facultativos, a menudos de los cuales les incomoda que existan intermediarios
en su relación con el paciente. A veces, tales instituciones les exigen atender
a más enfermos en menos tiempo. “A cada paciente – indica Sheila Perkins,
Generalista Británica – le puedo dedicar de siete a diez minutos, que casi se
me van en introducir sus datos en la computadora. Me queda poco tiempo para
cultivar una relación con cada uno, no deja de molestarme”:
El médico de hoy vive en un mundo cambiante donde sus indicaciones ya no
incuestionables. El paciente ha adquirido mas poder, al grado que en muchos
países tiene derecho sobre las opciones existentes y sus posibles consecuencias
antes de dar su consentimiento a una determinada terapia. Tanto ha cambiado la
relación que el médico es considerado por algunas personas como un simple
técnico.
Además, los cambios sociales, que se suceden vertiginosamente, ha
llevado a que ahora haya un buen número de doctores, a los que suele atribuirse
una mayor disposición a escuchar, lo que al parecer contribuye a que el mundo
de la medicina se humanice.
La mayoría de los pacientes agradecen contar con un médico que comprenda
sus sentimientos y tensiones. Pero cabría preguntarse: ¿Cuánto de ellos
comprenden los sentimientos y tensiones de este? Tal entendimiento mejoraría
sin dudas las relaciones entre facultativos y enfermos.
Las
tensiones de la profesión:
“Los jóvenes padres acudieron a mi confiados en que los ayudaría con el recién nacido. Cuando lo examine, se me cayó el alma a los pies, pues sufría una afección incurable. Imagínense como me sentí al decirle que su hijo nunca podría ver. Me despedí de ellos embriagado por la pena. Minutos después llego el siguiente paciente de la lista, esperando que lo atendiera con una sonrisa en los labios. A eso le llamo yo tensión”.
Un cirujano
oftalmólogo de Sudáfrica.
Nadie suele acudir a la consulta para escuchar los problemas del
facultativo, sino para remediar sus propias necesidades. De ahí que pocas
personas entiendan la sobrecarga emocional que este afronta.
Es cierto que todos vivimos bajo presión, y que el médico no es el único
profesional que tiene un oficio agobiante. Pero ya que seguramente todos
solicitaremos sus servicios en algún momento, vale la pena analizar las
tensiones que genera esta profesión y sus efectos en quienes la ejercen.
La primera página del historial de estrés pudiera escribirse muy
temprano, cuando el estudiante trata de conseguir una plaza en la facultad.
Luego, al inicio de la preparación, suele producirse un sobre salto difícil de
olvidar, el cual abre un proceso que pondrá a prueba sus sentimientos y su
temple.
Traumáticas
experiencias durante la formación profesional: La impactante entrada en el mundo de la disección pudiera tener lugar
durante la primera semana de curso. Muchos alumnos nunca han enfrentado un
difunto, por lo que la visión de cuerpos desnudos y arrugados a los que se les
practican diversos cortes para su estudio anatómico pudiera resultar repulsiva
en grado sumo. Así pues, no tiene más remedio que adoptar técnicas para
habituarse. Por citar una ellas, recurren al humor y le ponen nombres jocosos a
los cadáveres. Aunque al profano le parezca insensible este comportamiento, con
el no pretenden pensar en el organismo que tienen ante sí fue una persona.
Luego vienen las prácticas en el hospital. La mayoría de los seres
humanos no nos vemos obligados a plantearnos la brevedad de nuestra existencia
sino hasta que entramos en la mediana edad. Sin embargo, cuando se encuentra en
plena juventud, el aspirante a médico se ve cara a cara con las enfermedades
incurables y la muerte. Uno de ellos califico de “enormemente repulsivas” sus
primeras experiencias en un clínica. Además, otro golpe que resulta difícil de
asimilar, sin importar que su país sea rico o pobre, es descubrir que muchas
veces se niega un tratamiento necesario por carecer de fondos.
¿Cómo se las arreglan los médicos primerizos para sobrellevar las
tensiones? A menudo, los trabajadores de la salud tienen que distanciarse
emocionalmente de los enfermos despersonalizándolos. Así, en vez de
referirse a ellos como individuos, tal
vez digan: “doctor hay una pierna rota en la sección dos”. Sin duda, una
descripción cómica para quien ignora el motivo por el que se usa.
El desgaste
por empatía: Aunque la formación que
recibe el facultativo es principalmente de carácter científico, buena parte de
su labor consiste a menudo en hablar con quienes lo visitan. Sin embargo, en muchos
casos no se sienten preparados para lo que implica establecer una relación con
el paciente. Como se indica anteriormente, uno de los trances mas difíciles es
comunicar malas noticias, y hay quienes tienen que hacerlo a diario. Además, se
espera que ellos escuchen cuando el afectado por una crisis recurrente al
necesario deshago. Es tan extenuante tratar con gente dominada por la ansiedad
y el miedo, que algunos médicos manifiestan un tipo de agotamiento denominado
desgaste por empatía.
Un médico de familia de Canadá recuerda así sus primeros años: “tenía
una avalancha de pacientes: los que necesitaban que los atendiera, los
angustiados que buscaban desahogarse, los que quería que hiciera algo, los
manipuladores de actitud agresiva y exigentes, los que venían a verme, los que
exigían que fuera a verlos y los que invadían por teléfono mi hogar e incluso
mi dormitorio. Pacientes, pacientes y más pacientes. Yo quería ayudarlos pero
era desquiciante” el dilema del médico, de John W. Holland.
¿Se reduce la presión con el paso de los años? No, pues la experiencia
suele conllevar más responsabilidades. A menudo a que tomar decisiones rápidas,
a veces sin disponer de suficiente información, en las que entra en juego la
vida de las personas. “Cuando era joven –explica un doctor británico–, era algo
que no preocupaba, igual que muchos jóvenes le da igual conducir de forma
temeraria. Pero con la edad, uno valora mas la vida. Ahora las decisiones
terapéuticas me crean mas ansiedad que nunca”.
¿Cuáles son los efectos de esta tensión? Para empezar, a menos que luche
para evitarlo, el galeno pudiera adoptar en su familia el mismo distanciamiento
emocional que mantiene en su consulta. Por otro lado, si se destaca por la
empatía al ayudar al enfermo a afrontar sus sentimientos, pudiera excederse y
quedar agotado emocionalmente. He aquí el eterno problema de su profesión.
Pacientes
difíciles: Al preguntarle al médico por
las tensiones que genera el trato con los pacientes, probablemente mencione primero
las personalidades difíciles. Y es probable que el lector mismo haya observado
varias de las siguientes categorías.
Encabezan la lista los que, además de no explicar que problemas les
aqueja, hacen perder el tiempo al doctor con divagaciones que nunca llevan a
nada. También están los exigentes, que aunque no atraviesan una emergencia, lo
llaman en la noche y los fines de semana, o insisten en recibir algún
tratamiento que el no ha indicado. Luego vienen los desconfiados. Por ejemplo,
hay quienes buscan en Internet información útil. Aunque esta investigación
puede ser beneficiosa, a veces les lleva a recelar del especialista, que tal
vez no tenga tiempo de estar debatiendo los pro y los contra de cuanto
encuentra en dichas investigaciones. Además, le resulta muy incómodo tratar a
alguien que no esta dispuesto a seguir sus recomendaciones. Por último, están
los impacientes, que abandonan el tratamiento sin haberlo seguido el tiempo
necesario y quizás prefieran consultar a otra fuente.
Medicina a
la defensiva: En muchas naciones ha
aumentado vertiginosamente el número de demandas por negligencia, en las que no
es raro que el abogado realice acusaciones sin base con el único objetivo de
sacar grandes compensaciones. Según el presidente de la Asociación Médica
Americana, “estos pleitos están disparando las primas de nuestros seguros de
responsabilidad legal. Además, causan otros daños graves. A consecuencia de
litigios injustificados, los médicos pudieran sufrir grandes prejuicios, como
vergüenza publica, pérdida de tiempo, estrés y ansiedad. Hasta ha habido casos
de suicidio.
Como consecuencia muchos facultativos se ven obligados a practicar la
medicina a la defensiva”, es decir, a tomar sus decisiones no pensando tanto si
son mejores como si serán defendibles ante un tribunal. “Ejercer la medicina
cubriéndose las espaldas es ahora lo más habitual.
Al recrudecer las presiones, no es raro que el médico se pregunte que le
depara el futuro. Y esta misma es la pregunta que se hace un buen número de
pacientes al constatar que, pese a los avance científicos, hay enfermedades que
ocasionan cada vez mas sufrimiento.